Carlos Garcinuño ya está fuera. Su cese ha vuelto a poner de manifiesto que en la política no se puede ir por libre, y que si lo haces, por mucha razón que puedas llevar, te acabas quedando en la cuneta. Con más errores que aciertos o todo lo contrario, el cese del concejal se produce en un desagradable escenario donde, por un lado, lo veíamos a él con sus tesis y, por otro, al resto del equipo de gobierno de Santa Cruz. Cabe recordar que el exconcejal de Urbanismo fue el fichaje estrella de Cristina Tavío en las pasadas elecciones. Pero muerta la perra se acabó la rabia. Lo digo porque después de la partida de Cristina del Ayuntamiento, las decisiones de Carlos Garcinuño no es que no fueran apoyadas por CC, es que no eran secundadas ni por el propio PP.

Los constantes pulsos del ya exconcejal contra el equipo de gobierno han hecho que esta del mamotreto sea solo la decisión que ha colmado el vaso y dado con sus nalgas en la calle. Y si tras la incapacidad manifiesta del neurótico socialista José Ángel Martín (que se pasaba todo el día enloquecido abriendo y cerrando gavetas), todo apuntaba a que esto sería ya miel sobre hojuelas, resulta que nada más lejos de la realidad. Después de ver hoy a Manolo Parejo, de sufrir al sieso de José Ángel Martín y de asistir a la salida de Carlos Garcinuño, lo menos que a uno se le pasa por la cabeza es que a esta concejalía la miró un tuerto. Fuerte desastre.

@JC_Alberto