Dicen que este fin de semana el pacto de gobierno entre el PP y CC quedará listo para el tinte. No hay que fiarse mucho de los rumores, pero los dos partidos quieren cerrar cuanto antes el acuerdo porque el tiempo, el implacable, corre que se las pela. Y queda poco.

Asier Antona ha puesto el listón tan alto como dicen los manuales que hay que hacer cuando se empiezan unas negociaciones. Pero seguramente el resultado final estará más ajustado a las posibilidades reales de presión de los populares. Para Mariano Rajoy es fundamental seguir conservando la alianza con los nacionalistas canarios, para que Ana Oramas cuente como un voto favorable, sobre todo ante el cariz que están tomando los acontecimientos con esa alianza entre el nuevo PSOE y el viejo Podemos. Con esos mimbres, la capacidad de presión del PP de Canarias está más cerca de un abanico que de un martillo neumático.

Por supuesto que Antona será vicepresidente, pero la distribución de las áreas se va a hacer en función de las posibilidades de Coalición Canaria. Dicho de otra manera, en función de las claves internas de poder entre las diferentes islas, familias, sectores, subsectores, tribus y menceyatos. El análisis de la conjunción de esos poderes es una ciencia que sólo está al alcance de los más expertos maestros en la taumaturgia insular y la matemática del caos. O sea, Clavijo.

El hecho es que una vez cerrado el acuerdo, seguirá faltando una pata importante. Porque entre los dos partidos no tienen mayoría parlamentaria. Y el personaje que falta en la ecuación es Casimiro Curbelo, que de momento permanece del rincón en el ángulo oscuro, como la lira. La Agrupación Socialista Gomera ha dicho hasta ahora un par de cosas importantes: que nadie les ha llamado para hablar, que no tienen intención de integrarse en el Gobierno y que, en su caso, se plantearían apoyar al nuevo gobierno de CC y PP "desde fuera" y tema a tema.

La gran cuestión de fondo es si Curbelo y su partido están dispuestos a hincar la rodilla en la reforma del sistema electoral canario que liquide la triple paridad. O lo que es lo mismo, si los representantes de una isla menor están dispuestos a firmar el certificado de defunción de un sistema que privilegia a las islas menores frente a las dos grandes islas capitalinas. Y eso es, en principio, dudoso. ASG no parece dispuesta a vender a ningún precio el pellejo de la triple paridad. Y encima, quienes pretenden el cambio tampoco se han puesto de acuerdo. Todos quieren darle más diputados a Tenerife y Gran Canaria y darle uno más a la provincia de Las Palmas, por Fuerteventura, pero no hay una fórmula común.

Con la entrada en las negociaciones de los socialistas gomeros llegaremos a la maldita circunstancia del agua por todas partes: el hecho insular y los equilibrios, que muchos quieren finiquitar. Hasta ahora las islas menores han estado tranquilas. Pero estamos en verano, con altas temperaturas. Y una chispa... ya se sabe.