La crisis migratoria desborda cada día las previsiones de Europa. Desde que en el año 2015 se produjera un repunte, que se saldó con la llegada de 1,2 millones de refugiados, seguimos siendo testigos de imágenes dantescas que dan cuenta de oleadas de refugiados huyendo de sus países, sumidos en guerras y conflictos, buscando en Europa la paz y la seguridad.

Hombres, mujeres, niños e incluso bebes y embarazadas en embarcaciones abarrotadas que, alentados por el buen tiempo en el mar, han disparado las llegadas a través del Mediterráneo. Son mucho los que llegan pero nos preocupan aún más los miles de seres humanos que emprenden un viaje peligroso que les hace naufragar y morir ahogados.

Son solicitantes de asilo que luchan por llegar a Europa en una huida desesperada de la persecución y de las guerras que durante años se desarrollan en países como Siria, Eritrea, Irak, Afganistán, Libia o Sudán. Todos huyen de la muerte aunque a veces suponga encontrarla en el trayecto.

En este complejo fenómeno también se suman los emigrantes que buscan una vida mejor y oportunidades en Europa, procedentes de países destruidos por la pobreza, en un intento de escapar de la miseria y el hambre.

Recientemente tuve ocasión de participar en el Parlamento en una reunión con doña Teseida García García, fiscal de Extranjería, y con doña Auxiliadora Díaz Velázquez, jueza de Violencia de Género. Ambas daban testimonio de cómo la mayoría de estas personas son incluso víctimas de la trata por parte de mafias criminales y sin escrúpulos que trafican con seres humanos.

Una tragedia que se ceba en mayor medida en las mujeres y los niños por su vulnerabilidad en sus países de origen. Resulta frustrante nuestra incapacidad para cambiar su destino, por eso tenemos que contribuir a remover las conciencias para encontrar una solución a esta grave crisis migratoria.

Urge aplicar con contundencia los tratados y convenios internacionales sobre derechos humanos y urge también revisar los instrumentos de los que la Unión Europea se ha dotado para la regulación del fenómeno. Es indudable que el sistema de asilo europeo no está dando la respuesta adecuada.

Precisamente, el pasado día 4 de este mes, ante la cada vez más apremiante situación en la ruta del Mediterráneo central, la Comisión Europea formulaba un conjunto de medidas inmediatas con propuesta de un plan de acción para apoyar a Italia, reducir la presión y aumentar la solidaridad.

Pero la respuesta tiene que ser más enérgica. Resulta impostergable que la Unión Europea afronte una política común de asilo e inmigración, porque es evidente que las soluciones coyunturales han devenido insuficientes para una crisis migratoria que no ha cesado en los últimos años. La situación desborda a los países limítrofes y ningún país, con actuaciones aisladas, puede enfrentar con éxito este fenómeno global.

La magnitud del problema exige un mayor esfuerzo solidario con soluciones integrales y estructurales. Se hace preciso concentrar todos los esfuerzos para evitar más muertes de inocentes y tantos sueños rotos en la búsqueda de una vida mejor en un lugar en paz y progreso. No podemos cerrar los ojos a una realidad que resulta estremecedora y a la que Canarias no es ajena.

Recordemos que, en 2006, las Islas fueron la puerta de entrada de más de 32.000 personas que llegaban en pateras y cayucos. Ya entonces, desde Canarias, se reclamaba una política que diera una respuesta. Las soluciones no pasan por el cierre de las fronteras sino impulsando políticas comunes de acogida e incrementando las políticas eficaces de cooperación y el comercio justo con el objetivo de ofrecer, a los países de origen, un futuro viable a sus ciudadanos.

Europa también tiene que contribuir con soluciones al problema desde el origen, propiciando negociaciones para la búsqueda de la paz en los países en conflicto e intensificando la cooperación al desarrollo en los países de origen.

En la solución de esta crisis, Europa tiene la oportunidad de demostrar que es un verdadero proyecto común y avanzar en la unión europea, estableciendo una estrategia solidaria de gestión a largo plazo de las migraciones para la defensa de la vida y la dignidad de las personas.

*Diputada autonómica de CC