Hemos vivido esta semana una serie de acontecimientos políticos y administrativos que ponen de manifiesto que algunos de los que ocupan un puesto político lo hacen buscando su proyección personal, antes que procurar el beneficio de la comunidad a la que prometieron siempre beneficiar.

El primero de los casos podríamos situarlo en la ruptura de conversaciones, por parte del Partido Popular en Canarias, para conformar una mayoría política que le daba estabilidad a la acción de gobernar en las Islas. Las desavenencias han venido motivadas por una discusión a cuenta de una rebaja de impuestos, que ha sido la excusa oficial, y un reparto de poder en las Consejerías, que es el pretexto encubierto. Y en ambas había razones para encontrar el punto de encuentro, pero, por lo visto esta semana, el PP de las Islas ha preferido el portazo al consenso. En la primera es evidente que el beneficio para la ciudadanía era lo más provechoso, pero ¿estaban todas las administraciones -Comunidad Autónoma, Cabildos y Ayuntamientos- de acuerdo? Parece que no. Los años de precariedad económica han dejado sus arcas diezmadas y es ahora cuando comienzan a tener capacidad de inversión, por tanto son reacios a perder poderío económico. La rigidez de una normativa diseñada para acabar con los caprichos de algunos les llevan a pelear para no perder ingresos, y para que la recuperación económica también se traduzca en fondos de los que disponer e incluir en sus previsiones. Aquí también se impone el dilema de qué es lo mejor, si más dinero en el bolsillo de los contribuyentes para poder gastar, o en las arcas institucionales para acometer planes de inversión. El PP quería la primera de las acciones: una rebaja del Impuesto General Indirecto (IGIC), con la consiguiente merma en el reparto para las instituciones. Coalición Canaria aboga por una disminución paliativa y selectiva en el IGIC que no afecte a las cuentas de la Comunidad Autónoma ni a las transferencias al resto de las corporaciones canarias. Y no se han puesto de acuerdo, o al menos eso ha trascendido. Y luego estaba el reparto de poder, el debate de cuántas áreas le correspondían a cada socio. Una cuota que está más en la discusión de cuántos que en idoneidad del trabajo a desarrollar. Y tampoco se pusieron de acuerdo. ¿Cuál ha sido la razón fundamental para la discrepancia?

CC sigue manteniendo que no da por rotas las negociaciones, porque entiende que su apoyo al Gobierno central también tiene que ser sopesado, mientras que el PP tasa su respaldo en la aplicación de políticas canarias y en el apuntalamiento parlamentario. De ahí que el presidente Clavijo siga empeñado en conseguir, a través del diálogo, conjuntar las dos posturas y así lo transmitió a Mariano Rajoy. Queda por conocer el desenlace de estos paradigmas.

La Radiotelevision Canaria necesita de la tranquilidad política para poder seguir con su labor de ser un medio diseñado para transmitir el sentimiento de la canariedad. El espectáculo que algunas de sus señorías dieron el pasado viernes en el Parlamento no ayuda a conseguir esos objetivos. Unos diputados que se niegan a escuchar al máximo responsable de ese ente, el que ellos mismos pusieron, al que le niegan hasta la posibilidad de seguir emitiendo -oponiéndose a desbloquear el contrato para el transporte de señal-, que entorpecen, por motivos políticos, cualquier tipo de gestión programática y que critican todas las decisiones que se plantean, habla bien poco de la supuesta sinceridad con la que ejercen sus acciones. Si realmente creen en el medio, deberían hacer una reflexión profunda del papel que están desarrollando.

Y esta semana además tenemos otro capítulo de corrupción, en este caso relacionado con el deporte en todas sus variantes y en el que aparecen personajes y federaciones canarias. Personajes de la vida pública que, por lo que dice el auto de prisión, se han lucrado de millones de euros en función de su posición de privilegio. Hace falta esclarecer todo esto para que nadie albergue la posibilidad de aprovecharse de un cargo en beneficio personal. Sea quien sea y le hayan otorgado los títulos que le hayan querido dar.