La búsqueda del placer, ese instinto que hace que la vida tenga chispa. El placer como emoción única, donde todo gira en torno a su búsqueda y a su consecución. Viviendo en una sociedad donde la vida del sacrifico se transforma en la vida de la inmediatez, el placer se convierte en un deseo de prontitud constante, donde siempre tenemos que ser felices y sentirnos vivos, sentirnos amados, deseados y con absolutamente todo lo que queremos, aunque a veces eso sea, sin darnos cuenta, parte de nuestra propia destrucción.

La búsqueda de la perfección se ha convertido en un sumatorio de insatisfacción, guapos, ricos y maravillosos, tenemos que ser perfectos. Tener la pareja perfecta, el trabajo perfecto, la casa perfecta, el coche perfecto y un largo etcétera que hacen que el no conseguirlo llene de insatisfacción y frustración nuestra vida. El deseo o la envidia de lo que tienen otros o que cuando tenemos todo lo que llevábamos tiempo deseando, esto se vuelva insulso y partamos a la búsqueda de una nueva meta, intentando volver a sentir la adrenalina que produce el conseguir lo que se desea será una constante.

La tentación, entra en la cabeza a través de una imagen, una palabra, un olor... y nuestra mente sin casi darnos cuenta comienza a imaginar cosas, quizás no de forma consciente, pero surge. El tiempo podrá ir dándole forma o hará que se ponga en pausa, esperando a que cuando flaquees, salte y te ponga en situaciones que no imaginaste anteriormente. Algo prohibido, algo inalcanzable, o algo realmente alcanzable pero que quizás no sea bueno para ti a posteriori. Desde saltarte la dieta, comprarte algo que ahora no puedes, o coquetear con otra persona, el deseo irrefrenable de sentirte bien a corto plazo puede hacer que lo pases mal a medio o largo plazo.

¿Pero cómo tener la cabeza fría?

Es un instante, y metes la pata. Puedes dar marcha atrás siempre, dejando de comer eso que te engorda, imaginándote cuando veas que la ropa no te cabe, recuérdate cuando estabas en mejor forma, lo bien que te sentías, agárrate a esa sensación y no sucumbas al placer inmediato con un esfuerzo mucho mayor después, ya te sobra peso, no añadas más. Devolviendo lo que te compraste, con tu cuenta más saneada, sin apuros ni triquiñuelas para poder pagar tus gastos, no aumentes más tu deuda, recuerda cómo te sientes esas noches de angustia, al fin y al cabo, pasará de moda en unos meses, ahorra y compra cuando tengas el dinero, elegirás mejor y te sentirás satisfecho, ¡porque te lo mereces! O que ese coqueteo tonto e inofensivo vaya a más, imagina cuando llegas a casa, la ansiedad que genera, las dudas, la destrucción que puede causar, y lo peor, cuando tu pareja se entere, ver la decepción y el dolor que le produces, que se pierda la confianza y todo por lo que habéis luchado, recuerda que tu pareja te hacía vibrar mucho más que ese simple coqueteo, piensa en la ruptura y cuando te abandone.

En suma, imagina las consecuencias de tus actos, si tienes dudas, es que no debes hacerlo, las dudas significan protección, escúchate. Si todo el mundo hiciese lo que le viene en gana, ¿dónde estaríamos? ¿Crees que seriamos más felices? Bien sabes que no.

En esta vida hay que ponerse metas, pero cortas, y que la suma de esas metas cortas nos dirijan hacia la gran meta. La consecución de esas metas cortas te hará sentir bien, intenta que no todo sean cosas materiales, lo material es vacuidad, recuerda ese vacío que siente cuando se consigue lo deseado, sucumbir a los caprichos o a las tentaciones produce malestar. Realmente lo que da plenitud son las emociones de bienestar personal, es algo que se siente dentro, sale del estómago y se expande por todo el cuerpo, te completa. Son instantes de felicidad, de satisfacción contigo mismo, de sentir amor por tu pareja, por tus hijos, de estar disfrutando de momentos con amigos, de deleite de una buena comida o un buen vino. El disfrutar escuchando tu silencio, el estar en paz contigo, el sentirte bien con el mundo, esa es la verdadera meta y lo que te proporcionara la felicidad.

Por ello, creemos un muro hacia las tentaciones que nos invaden allá arriba, que muestran nuestros deseos ocultos, transfórmalos compensando mejores momentos contigo o los tuyos, es una señal de que algo está pasando, tienes necesidades de bienestar, pero te dirigen por camino fácil y rápido, pero no el correcto, además con las peores consecuencias. Obsérvate y cuando veas que la tentación entra en tu vida, que aparezca la señal de alerta y redirígete, se puede hacer. Si caes, no te preocupes, da marcha atrás, no se ha perdido todo, estás aprendiendo tus debilidades, el saberlas te harán más fuerte. No es fácil pero, ¡se puede!

* Psicóloga y terapeuta.

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