La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, institución con la que colaboramos, ha puesto en marcha una interesantísima tribuna denominada "Testimonios". A través de esta tribuna se ha pretendido dar voz a personas de aquí, personas con historias apasionantes a sus espaldas; dispuestas a hablar en primera persona para contarnos de su vida, hablarnos de sus vivencias y compartir con nosotros muchas de sus experiencias. Una tribuna que pretende rescatar la costumbre, en cierta medida olvidada, de escuchar y atender a las personas que tienen "mucho que contar". Personas que a través de sus experiencias nos mostrarán sentimientos, valores, maneras de hacer, elementos que con el tiempo han conformado la trayectoria vital de cada uno de ellos. Personas con procedencias y profesiones dispares entre sí, aunque con algo en común que les hace, en cierta manera, especiales y diferentes: su ejemplo.

Hace pocas semanas tuvimos uno de esos encuentros en los que el protagonista y su testimonio dejaron honda huella. Le conocíamos desde hacía tiempo y habíamos bregado con él en muchas ocasiones; teníamos muy claro que su historia iba a representar una enseñanza para todos, además de disfrutar con él, de un "testimonio" que para muchos resultó inolvidable.

Para inaugurar la nueva tribuna de la Económica, convencimos a Pedro Molina, lagunero, ganadero y "hombre de fundamento" como le gusta decir a él. Y le pedimos que nos hablara de su vida, como él sabe hacerlo, desde el alma, con valentía, con respeto, con la dignidad de la sencillez y con la nobleza de las personas de nuestro campo.

Pedro Molina estuvo como siempre, asumiendo los riesgos del directo, sin cuestionario previo, y con los arrestos del que puede ir por la vida con la cabeza bien alta. Pedro ese día se encontró cómodo y se sintió entre amigos. Casi una hora y media de testimonio, en la que nuestro amigo y periodista José Carlos Alberto Pérez Andreu, con maestría y destreza, hizo lo que de él se esperaba: hacer y dejar hablar a Pedro, creando la atmósfera ideal para escuchar a un Pedro auténtico, que respondió siempre de frente, hablando con mucho respeto, pero llamando a las cosas por su nombre.

La suya es una historia de lucha y defensa de un sector económico, de un modo de vida: la ganadería, un oficio que aprendió a amar desde que nació. Desde muy joven tuvo un objetivo claro: dignificar la profesión, una cuestión que hoy podría parecernos casi innecesaria, pero que hace treinta o cuarenta años, cuando el empezaba, la situación del campo y de la ganadería en particular era completamente distinta a la actual y la necesidad obligaba; era una época difícil, de lucha por las libertades y los derechos, teniendo que superar en el camino muchos obstáculos, tratando de convencer con tenacidad y fundamentalmente con el ejemplo.

Quería apoyar y asegurar larga vida al sector ganadero de las islas, y por ello no dudó en colaborar con algunas iniciativas empresariales del momento, además de participar activamente en los equipos de trabajo para el estudio de leyes reguladoras del sector, promoviendo también la conservación de las tradiciones, poniendo en marcha actividades culturales relacionadas con la ganadería y con el ocio. Para Pedro Molina la visión del sector trasciende de lo meramente económico, y de ahí su constante preocupación en incorporar una vertiente social y cultural, siempre al servicio de la actividad y de las personas que en ella trabajan.

Escucharle fue un privilegio. Ese día el auditorio de la Económica se había vestido de lujo, lleno hasta los topes, donde todos nosotros nos rendíamos ante el testimonio de una persona grande, que lleva a gala las enseñanzas recibidas de sus padres y que siempre saca a relucir en su manera de expresarse, el buen tino y la sabiduría de un hombre del campo. Una persona de aquí, un pequeño ganadero a quien la humildad lo hizo grande y a quien su generosidad y entrega a los demás lo ha convertido en el entrañable líder que hoy es.

AED Canarias

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