Tener un animal doméstico, amén de poder disfrutar de su compañía, su cariño, sus juegos, etc., supone un estímulo y una alegría para quienes saben apreciar a los animales, pero un perro implica una gran responsabilidad a su dueño por los cuidados y atenciones que requiere, ya que no se trata de un peluche inanimado. Pero aquí no acaba la cosa: hay que saber ser un buen ciudadano, no permitiendo que cuando el animal se saque a la calle moleste a nadie con sus deposiciones y orines.

Efectivamente, aunque por fortuna cada vez va siendo más frecuente ver a los dueños de perros recoger los excrementos de sus mascotas, todavía hay personas maleducadas que no lo hacen sin que por ello sientan el más mínimo respeto hacia los demás ciudadanos que transitan por las calles y pisan inadvertidamente estas deposiciones.

La polémica de perros sí, perros no, ha generado siempre un gran debate entre la ciudadanía porque los hay amantes de estos animales y también los que no los soportan en las vías públicas, y no por su simple presencia, sino porque defecan y orinan sin que a algunos de sus dueños les importe lo más mínimo recoger sus excrementos y echar un poco de agua sobre sus orines.

En algunas localidades españolas, los ciudadanos que tienen perros están obligados a inscribirlos en un censo que han creado las Concejalías de Sanidad y pagar una tasa anual. Este censo se pone en marcha en cumplimiento de la ordenanza que sobre animales tienen los ayuntamientos y también por la legislación estatal, que obliga a las corporaciones locales a crear un registro municipal de animales domésticos. Quien no inscriba a su perro puede ser sancionado con una multa.

Actualmente, algunas corporaciones locales tienen establecido cobrar una tasa anual a los dueños de perros. Una medida que ha suscitado un amplio debate porque hay quienes opinan que este impuesto, como todos, tiene afán recaudatorio; otros dicen que contribuye a que los ciudadanos se conciencien más sobre la importancia de tener un comportamiento cívico con los animales de compañía.

Los ayuntamientos que optan por aplicar la tasa por tenencia de animales domésticos justifican el tributo por el uso de la vía pública que hacen los perros. Estos consistorios se comprometen, a su vez, a destinar los fondos recaudados a la mejora de las zonas de recreo y otros equipamientos urbanos para los perros, limpieza urbana, etc.

En la aplicación de una tasa por tenencia de perros surge un debate, ya que no se establece una diferencia entre quienes tienen su animal en la ciudad de los que lo tienen en fincas cerradas. El criterio que se aplica en este aspecto no difiere en nada de los propietarios de vehículos que los guardan en un garaje. Y si por tener un coche hay que pagar el impuesto municipal de circulación cada año y por tener una vivienda propia el IBI, parece lógico que a los propietarios de animales de compañía se les aplique también un impuesto.

Me parece lógico analizar las contraprestaciones que los ayuntamientos ofrecen a los propietarios de perros por pagar un impuesto. Parece lógico exigir a las corporaciones locales que publiquen en la web municipal los datos de recaudación de este tributo y el destino de estos fondos.

¡Ah! No estaría de más que a las empresas de limpieza ciudadana se les exigiera un buen baldeo de las aceras, esquinas, etc., con cepillos de raíces y detergente para limpiar esas manchas oscuras que tanto afean y causan hedor, consecuencia de los orines de los perros que nunca se limpian. Sería bueno que el concejal responsable se diera una vuelta por las calles para apercibirse de tan negativo aspecto.