En el transcurso de los tiempos hemos ido pasando diferentes revoluciones y cambios en la sexualidad, tanto a nivel social como cultural. Hace siglos, enseñar un tobillo era una transgresión. Muchos siglos atrás, en la antigua Grecia o Roma, la libertad sexual no era ni considerada; más bien, una realidad nada criticable. Es curioso que la expresión de la sexualidad no ha tenido una evolución constante; más bien, se pasa de un extremo a otro en diferentes épocas desde la existencia del ser humano. Es asombroso cómo hemos ido de una represión más o menos acentuada, a una libertad más o menos ¿exagerada?

Todo esto tiene diferentes explicaciones que serían muy extensas para lo que ahora me gustaría transmitir. El cómo se ha ido danzando de un lado a otro ha tenido mucho que ver con la realidad de esa sociedad, de cómo se normalizan situaciones a través de lo que se ve, de lo que se vive o de cómo se adapta a la cultura en la que vivimos. Todo empieza en los ojos, la imagen que recibe nuestro cerebro y a lo que se acostumbra a ver. El cómo estamos rodeados de imágenes sexuales y la repercusión de estas en nuestro día a día, desde que los abrimos por primera vez hasta el presente de nuestros días. ¿A dónde nos lleva una sexualidad que está por todas partes, al alcance de todos? Por un lado, bien sabemos que puede ser buena; bien manejada y con la madurez necesaria, se puede aprender mucho y dar cierto picante a nuestra rutinaria vida. Pero quizás en otros, y debido a la necesidad del ser humano de que una vez satisfecho el deseo, quiere más, con nuevos estímulos, y aumentando la intensidad de los mismos, puede que probablemente no se manejen, llevando a situaciones casi degenerativas para su vida personal y social. ¿Estaremos llegando al extremo del libertinaje sexual? Este exceso, ¿nos llevará a otra crisis que nos haga retroceder en la expresión y vida de una sexualidad sana?

En consulta oigo muchas historias, todas coherentes para la persona que la vive. Se comprende cómo se ha llegado a eso. Se ven los diferentes aspectos de la sexualidad de una pareja, desde la menos avanzada hasta aquella que asombra cómo llevan tan bien situaciones tan, cómo podríamos decir, "abiertas". Para los de esta era, de la represión vivida hasta el cómo estamos ahora, se deduce que gran parte del cambio empieza con el cine: películas de destape, eróticas y pornográficas empezaron a aparecer por todos lados, primero lentamente y ya más tarde de forma muy habitual. Con el porno, se aprendió, se veían cosas que ni se podían imaginar, o quizás que uno pensaba que era un depravado por pensar ciertas cosas y luego resultaba que eso ya existía y además tenía nombre. ¡Qué alivio! Enseñaron, dieron apertura, normalizaron. Los hombres, que han sido los más consumidores, empezaron a pedir o a hacer cosas con su pareja que veían en las escenas que les resultaban más excitantes; algunas mujeres les siguieron y otras se posicionaron en su sesgada y reprimida educación. Las parejas que evolucionaron llegaron a disfrutar mucho de su sexualidad, las que no, aumentaron las infidelidades y la opción del recurso de la prostitución. Aunque también existen hombres, con cierta educación, que no quieren que la madre de sus hijos sea muy abierta sexualmente, les genera malestar, pero muy interiormente se reduce a una inseguridad: ¿cómo va a hacer eso mi pareja?, eso solo lo hacen "guarras", sí, esas con las que él tanto disfruta y que llama tan despectivamente. ¿Machismo? Quizás...

Hasta dónde nos puede llevar esa apertura es el debate principal, porque aquellas parejas que evolucionaron y supieron mantener el equilibrio y el juego, dentro de unos límites donde el respeto y la sensibilidad se mantenían bien atendidos, han llegado a un bienestar. Otras han crecido tanto que se han traspasado esos límites, y el enamoramiento del que secunda ha cegado situaciones quizás en un primer contacto, o que a la larga han producido dolor y malestar, tanto personal como dentro de la relación, terminando en ruptura o en situaciones bastante tristes y complicadas.

Nos es lo mismo que venga una pareja joven que una con edad avanzada. Las parejas jóvenes o, más bien, las personas más jóvenes con o sin pareja suelen llevar un recorrido mucho más amplio, donde el amor se deja a un lado y la mujer se ha igualado o quizás hasta superado a los hombres. Se han insensibilizado las relaciones sexuales entre los jóvenes y se hace como quien se va a tomar una caña con unos amigos, algo muy natural. ¿Eso es en lo que nos vamos a ir convirtiendo? Quizás a nosotros se nos enseñó de otra manera , no por cómo nos hablaron, porque poca información se tenía. Quizás fue la falta de ella y las pocas imágenes a las que se podía acceder. En mi época, pillar una Interviú era el máximo y ahora, una Interviú no produce nada. La normalidad de una sexualidad que, como ya dijimos, está por todas partes y al alcance de todos hace que el sexo se vea como algo más del ser humano, a lo que se tiene derecho y que usarán con la discreción que cada uno crea oportuna. Como ejemplo fácil y claro, las imágenes que se tienen en los chats de grupos (¡las pelis porno se quedan obsoletas!), con lo cual hay un "feedback" diario y constante de imágenes con alto contenido sexual, erótico, pero sobre todo con gran distancia de la realidad de uno mismo. Y si es una foto de alguien conocido, con el o la que se está jugueteando, en esa imagen la persona te saca el mejor momento, la mejor posición, con la luz adecuada, el color perfecto y el ángulo que mejor favorece, creando situaciones donde la imaginación hace el resto, moviendo el deseo de conseguir a esa persona o algo similar, y cuando te giras y te miras, o miras a tu pareja, si la tienes, solo recibes decepción. No soy o es como el de la foto o el vídeo. Pero todo lleva por un recorrido de normalizar e insensibilizar, de búsqueda de más, de desear lo ajeno, del subidón de adrenalina que produce el golpe de la imagen sorprendente. Quizás tu pareja también podría crear el mismo golpe de deseo en otra persona, quizás ya te lo produjo en un pasado haciendo lo mismo, pero como ya os tenéis muy vistos, queréis más (lo prohibido da juego). Que sobre todo no se sepa queda en secreto con uno mismo, con tu grupo, o con el que juegas . He tenido parejas que curiosamente, tras ser descubiertos, la respuesta del otro fue empezar a hacer lo mismo, ya sea por despecho, orgullo o necesidad de subir su autoestima. Comenzaron juegos externos, satisfaciéndose mutuamente después, pero como todo evoluciona y se quiere más..., si no se controla llega a situaciones desastrosas que después hay que solucionar en consulta.

Es por todo lo dicho que se dan las gracias a cierta evolución desde la represión de una sexualidad: poder expresarnos y hacer en la intimidad lo que nos apetezca, como nos apetezca y con quien nos apetezca, es una gran satisfacción, pero hay que cuidar los límites. Hasta dónde me lleva ese avance, dónde termina mi libertad y empieza una adicción. Dónde termina el placer y empieza una dependencia. El equilibrio y el bienestar con uno mismo, la satisfacción de los diferentes aspectos de tu vida, la madurez de saber qué me ocurre, qué necesito, saber superar una crisis, ya sea existencial o relacional, sin buscar la solución en cosas externas que distraigan negativamente tu vida. Construye, no destruyas. Saber lo que te estás jugando, qué puedes perder y qué ganar. Distracción sana, sí; autosatisfacción desde la unidad, por supuesto, pero ¿hasta dónde ? Saber parar en la vida es una de las fortalezas más importantes; si no, estaríamos todos haciendo lo que nos venga en gana. Por eso, disfruta de esas imágenes, aprende, que te ayuden a hacerte sentir mejor, que incluso te puedan hacer reír, porque si, por el contrario, lo que sientes es que te afecta en algún aspecto personal, algo no está siendo positivo para ti, no es bueno si despierta inseguridades o te aleja de tu pareja. Lo aparentemente inofensivo desde una normalidad social puede llegar a ser altamente destructivo en tu vida personal. Por ello, úsalo con prudencia. ¡Que lo disfrutes!

*Psicóloga y terapeuta

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