Paseando por la calle Real de Los Llanos de Aridane encontré una placa en la fachada de una casa típica terrera que hacía alusión a una academia, gracias a la que muchos jóvenes pudimos realizar el bachillerato y luego carrera universitaria, meta ambiciosa en una época donde, si ya de por sí estudiar en Los Llanos no resultaba fácil -más difícil lo era en el Instituto de Santa Cruz de La Palma, único de la isla-, no digamos cuánto ir a la Universidad de La Laguna, y una excepción que no pasaba desapercibida lo fue estudiar en la Península o el extranjero. La academia de la que era propietario el profesor mercantil José Antonio Lavers Pérez fue traspasada a este en enero de 1947 con el nombre de Colegio Masculino de Enseñanza Media, más conocido por la Academia de Pepe Lavers o Academia Lavers, funcionando hasta 1970, en que se inauguró el Instituto de Bachillerato.

De acuerdo con el trabajo minucioso de valor incalculable del doctor en Filología Románica, inspector y catedrático Oswaldo Izquierdo Dorta, "Los estudios de bachillerato en La Palma, enseñanzas libre y colegiada (1930-1980)" (Ediciones Idea, 2012), fue en 1868 cuando se crea en Santa Cruz de La Palma el primer Centro de Enseñanza Secundaria, el Colegio Santa Catalina, llevándose a cabo los exámenes por profesores que se trasladaban desde el Instituto de Canarias (La Laguna), hasta que en 1932 se crea en la capital el Instituto de Bachillerato gracias a las gestiones en Cortes del diputado palmero Alonso Pérez Díaz, si bien beneficiándose de él en general solo estudiantes de familias pudientes que los hospedaban en fondas, pensiones o familiares, o con grandes sacrificios de otras. Así fue hasta que dos maestros peninsulares, Juan José Muñoz y Julio Sancha, crean en el curso 1940-41 un centro de enseñanza secundaria, la Fundación Muñoz, que instalan en el número 50 de la calle Real de Los Llanos de Aridane como Colegio de Bachillerato Masculino, mixto en la práctica, y si bien los alumnos eran en él examinados y calificados por sus profesores, las alumnas, de número más escaso, acudían a Santa Cruz de La Palma.

Esta situación pionera de enseñanza libre en La Palma la recuerdo con cierto sabor agridulce, puesto que había exámenes que nos obligaban a trasladarnos y pernoctar en Santa Cruz de La Palma, sucediéndose anécdotas divertidas propias de estudiantes "curiosos y algo revoltosos" por las noches en fondas como "La Cubana" o en las comidas y cenas en "Melo" o "El Faro". En el Instituto nos colocábamos de pie en los pasillos a la espera de entrar en al aula, y mientras que al grito del bedel de "pasen los oficiales", veíamos a estos pasar un poco ufanos respecto a los "del campo", nosotros lo hacíamos al final a la orden del bedel de "ahora los libres".

Tuve y conservo, afortunadamente, muy buenos amigos y amigas de la Academia, con los que me cito en el quiosco de la plaza de Los Llanos, recordando aquellos tiempos. Hace unos días conversé con Mariano Vicente Hernández Cantón, Mariano "Morriña", con el que me unió gran amistad, recordándome que con 13 y 14 años, a veces, al salir de la Academia, nos íbamos a jugar a su llamativa casona familiar del Llano de Argual, pero otras directamente a Los Barros a "robar" naranjas en la finca de su propio abuelo, don Vicente Hernández. Pienso ahora que lo hacíamos porque la travesura y el riesgo tenían cierto encanto aventurero, máxime en mi caso, hijo de guardia civil, con la suerte de que mi padre nunca se enteró.

Recuerdo a todos los de mi curso: a Juan José Felipe Jerónimo, que venía en bicicleta desde Las Manchas; a José Arley Barreto, hijo de un taxista retornado de Venezuela; a Antonio Brito, Jesús Manuel Santos Porlán, José Francisco Toledo Méndez, Emilio Martín Capote, excelente enfermero con el que coincidí en el hospital de La Candelaria; a José Luis Cutillas, que suelo ver por Santa Cruz; a Juan Petronilo Hernández, reconocido profesional de la radio, o a Amable Ángel del Corral Acosta, defensor de la agricultura, sintiendo no citar a todos por limitaciones de espacio, pero sí especialmente a "Doña Clotilde", que lo fue todo en la Academia. Gracias, Academia; gracias, José Antonio Lavers, gracias profesores.

*Doctor en Medicina y Cirugía

@JVGBethencourt

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