Nuestras playas de nuevo están de actualidad: el mar de Canarias ha "salpicado con bravura". La presencia de manchas parduzcas próximas a nuestras playas ha sido el detonante para que los medios de comunicación, en la primera quincena de agosto, aseguraran sus titulares y los informativos locales abrieran sus noticias. ¿Emisarios? ¿Vertidos tóxicos? ¿Mareas rojas? ¿"Blooms" de microalgas, de cianobacterias, de...? ¿Contaminación?... ¡La polémica está servida!

Sin ánimo de polemizar ni politizar, y contemplando una mancha parduzca en la zona norte de Tenerife que parece querer compartir las fiestas del litoral lagunero (litoral de Bajamar, Jover...), me siento en la obligación, aunque ya mucha tinta ha corrido sobre esta noticia, de manifestar lo que desde la cátedra de Botánica aprendí y a la vez trasmití a mis alumnos, pues no en vano me inicié de la mano del Dr. D. Wolfredo Wildpret e investigué el mundo de las algas en la región canaria y por ende de la Macaronesia, desde los inicios de mi vida académica hasta el día de hoy.

Fue en septiembre de 2004 cuando el Dr. Soler-Onís, buen amigo y colaborador de investigación en varios de los proyectos de investigación que dirigí en mi larga trayectoria -más de cuarenta años- como docente e investigadora en el Departamento de Botánica de la Universidad de La Laguna, se puso en contacto conmigo (su investigación se desarrollaba en el BEA -Banco Español de Algas-, adscrito a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria) para compartir un manuscrito que vería posteriormente su publicación en una revista de investigación de prestigio (Marine Ecology Progress Series, vol. 301: 303-305, 2005), en el que se denunciaba por primera vez para Canarias la presencia de un afloramiento de "Trichodesmium erythraeus" (cyanobacteria). Efectivamente se trataba de un cianoprocariota, que en la actualidad y, según la correcta nomenclatura, se incluye, como muy bien apuntó en una entrevista a la agencia Efe Alejandro de Vera, biólogo marino del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, en el mundo de las bacterias marinas.

La noticia de este afloramiento en las costas de Canarias (Gran Canaria y Tenerife) fue trasmitida por la que suscribe en las clases de Recursos Marinos (asignatura que impartían los doctores Rodríguez Delgado y García Gallo en la Licenciatura de Biología de la ULL, y a la que año tras año hasta mi jubilación me invitaron a compartir). Recuerdo que una pregunta de examen que no faltaba era "afloramiento de Trichodesmium erythraeus".

La podemos denominar microalga, cianobacteria, cianoprocariota, microorganismo, etc. En el caso que nos ocupa, según entiendo, lo importante no es su nomenclatura, sino sus efectos, causas y propiedades.

El efecto inmediato: un gran e importante impacto visual en nuestras costas pero poco más. Quizá alguna urticaria en pieles sensibles por los deshechos metabólicos que eliminan, pero sin riesgo evidente de toxicidad ni motivo para relacionarla con procesos víricos de otra índole. Por precaución, hay que evitar contacto directo y no sumergirnos en medio de estos afloramientos, al tiempo que siempre es más placentero disfrutar de aguas traslúcidas que nadar en medio de manchas pardas, verdosas...

En lo referente a sus propiedades y causas: sumándome a las declaraciones, entre otros, de la Dra. M. Sansón (miembro del grupo de investigación de Botánica Marina de la ULL) y a las palabras de los doctores Aristegui (catedrático de Ecología de la ULPGC) y Herrera (técnico del Servicio de Biodiversidad de la Viceconsejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias), estos afloramientos de millones y millones de procariotas, unidas en formaciones filamentosas que se recubren de una matriz gelatinosa, son fotosintetizadoras (necesitan luz para desarrollar su ciclo de vida), al tiempo que diazótroficas (bacterias que hacen fijación de nitrógeno atmosférico), y son capaces de modificar su flotabilidad y ascensión a superficie desde más de los 100 m de profundidad (su hábitat frecuente), debido a las burbujas de gases (aerotopos). Dada su contribución en la fijación e introducción de nitrógeno y carbono atmosférico en el mar, son de importancia vital en la "salud" del ecosistema oceánico (pelágico).

Son oceánicas, plantónicas y proliferan masivamente en aguas tropicales y subtropicales. De aquí que el rango de temperatura óptimo sea superior a los 20 ºC, y es por ello que el calentamiento global que nos afecta nos anticipa una mayor frecuencia de estos afloramientos.

La UICM (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), en 2008, emitió un informe en el que determinó que, entre otras, la consecuencia del cambio climático en la región Macaronésica "es un posible aumento de la temperatura del agua que favorece la proliferación de microalgas...". Esta máxima se ha cumplido y, a mi entender, se avecinan cambios en ecosistemas terrestres y marinos y serán las series históricas de datos científicos y las fotografías referenciadas los referentes que nos atestiguan lo que hubo en un pasado más o menos cercano.

No quisiera concluir sin mencionar a las denominadas "mareas rojas" y "mareas verdes". Aunque nada tienen que ver con la bacteria y manchas parduzcas que hoy nos ocupan, la frecuencia y avistamiento de manchas rojas y verdes en aguas Canarias es un hecho. En su caso, las mareas verdes, causadas por una euglenófita, "Eutreptiella" (Sansón et al., 2005), son cada vez más frecuentes, que, aunque inocuas, su impacto parece ser exclusivamente visual. Sin embargo, de gran importancia e impacto social por su toxicidad son las "mareas rojas". Causadas por dinoflagelados (algas microscópicas), tiñen de rojo las aguas cuando su concentración es elevada; de gran repercusión social por acumular en grandes peces, moluscos, etc., toxinas que pueden ser causas de graves enfermedades en humanos tras la ingesta de estos.

Estos organismos marinos, cada vez más frecuentes en nuestras islas, están siendo estudiados en diversos centros de investigación de Canarias (ULL, BEA, Ecoaqua, ITC, IUBO y Viceconsejería de Medioambiente del Gobierno de Canarias), con el fin de estudiar, controlar y monitorizar los cambios en los ecosistemas marinos de la Macaronesia debidos al calentamiento global.

La conservación de la naturaleza (en nuestro caso el mar) parece ser una preocupación relativamente "puntual", sólo en verano. Divulgadas y frecuentes son las actuaciones de carácter aislado, por ejemplo, limpieza de vertidos puntuales de petróleo, pero ¿y qué hay de los emisarios? ¿Con qué periodicidad se revisan? ¿Qué tratamiento se hace de las aguas residuales? A todos los que de alguna manera nos relacionamos con el mar (bañistas, deportistas, pescadores, en definitiva a los amantes de la naturaleza) no se nos oculta que los vertidos incontrolados son abundantísimos y los emisarios no funcionan como deberían. Hay datos que ponen de manifiesto que más de un 75% de los vertidos a nuestras costas no están legalizados, y del 25% restante muy pocos se depuran correctamente, y yo me pregunto: ¿esto no afecta a los bañistas?

*Catedrática de Botánica, profesora jubilada de la Universidad de La Laguna y miembro del grupo de investigación de Botánica Marina ULL