Cuesta mucho serenarse ante la realidad que nos está tocando vivir, con los terroristas metidos hasta debajo de las camas. Ataques como estos de Barcelona y Cambrils están en la mente de toda una larga cantidad de sujetos que son entrenados desde su más tierna edad para cumplir una misión que se les inculca profundamente en sus mentes.

No sabemos si alguien piensa en serio que con discursos retóricos, manifestaciones, duelos, misas, minutos de silencio y miles de policías dispersos por todos lados se podrá contener esta oleada de crímenes que estamos presenciando ahora cada día, y que se incrementan sin cesar debido a ese entrenamiento concienzudo y feroz a que se somete a una población desorientada sobre lo que significa la paz de toda una comunidad mundial. Cuesta mucho entender lo mal que se está gestionando el sistema para parar estos increíbles atentados en los que mueren inocentes y otros quedan señalados de por vida, sin nada que lo pueda ya remediar.

Los días y las horas que pasamos en la Universidad para la Paz, estudiando cómo incorporar a los estudios del turismo los señalamientos de una cultura de paz, nos llevaban una y otra vez al mismo lugar, indicándonos que la solución de un mundo en paz está en la enseñanza y el conocimiento.

Fueron momentos culminantes que recordamos emocionados cuando vimos que había personas que estaban convencidas de esta realidad y que trabajaban a nivel mundial por conseguir unos resultados acordes con los principios humanos del respeto, la dignidad, la comprensión y la honradez, para convivir en paz con toda la comunidad mundial.

En una conferencia ofrecida por nosotros en la isla de Tenerife, Canarias, en el año 2001 (Hotel Botánico, Rotary Club de Puerto de la Cruz), la insigne profesora francesa Marie Laure Lemineur, de la citada Universidad para la Paz, contestó con todo acierto una pregunta de uno de los asistentes cuando le señaló que por qué no le daba esa conferencia a los de la banda terrorista española ETA.

Su respuesta no pudo ser más clara ni concreta: cuando un personaje ha llegado a un grado de prostitución irrecuperable, de nada valen las palabras, los ejemplos, o los castigos. El mal hay que atacarlo desde un principio. En este caso concreto del terrorismo: desde las escuelas primarias.

Marie Laure Lemineur intervenía en un programa de maestría turística -lamentablemente abortado por el desconocimiento, la mala fe y la injusticia-, donde ya se incluía la cultura de la paz como un elemento indispensable para la convivencia mundial.

Estamos ante un problema de complicada solución, en el cual los esfuerzos de muchas personas buenas se pierden ante la realidad del poder económico que gobierna el mundo. No es la política precisamente la causante de todo este mal que padecemos; es ese poder económico que la mueve el responsable, como estamos presenciando ahora todos los días del año.

Los esfuerzos de aquellos dirigentes por expandir esa Universidad para la Paz por el mundo entero se estrellaron ante ese potente poder, dejándonos con la miel en los labios, como se dice vulgarmente, cuando tuvimos la oportunidad de crear una delegación de la citada universidad en la isla de Tenerife, con el antecedente de que ya se había inaugurado otra en Montevideo, y cuando teníamos unos apoyos importantes de mucha gente de bien de la isla, desde políticos muy capacitados hasta empresarios y profesionales prestigiosos de inmaculados currículos. La ignorancia, el desconocimiento, la envidia -hay que decirlo todo- y la injusticia hicieron todo lo posible por acabar con el proyecto, ante la pasividad de quienes pudieron apoyarlo contra viento y marea, empleando también términos coloquiales de uso popular, para que se nos entienda bien.

Hoy, ante los dramáticos sucesos ocurridos en Cataluña, tenemos que volver a insistir en aquellos estudios que nos llevaban a entender que la solución para acabar con el terrorismo está en una labor de apostolado emprendido en las raíces de sus orígenes con unos contingentes humanos de maestros que se integren en sus escuelas primarias, enseñando a vivir en paz a los niños desde que comiencen a tener uso de razón. No hay otra fórmula. Todo lo demás es poner parches y perder el tiempo.

Unas brigadas internacionales de profesionales de la enseñanza, adecuadamente preparados, deben de integrarse en esa monumental operación mundial, en la cual se deberá contar con todo el apoyo de las Naciones Unidas y todos sus organismos dependientes. Una operación que tiene que realizarse a la mayor brevedad y con el máximo compromiso, lo cual no parece difícil con una generación en la cual existen miles de jóvenes sin trabajo en todo el mundo, que estamos seguros que apoyarían esta iniciativa con la mayor ilusión, pues se trata de expandir la enseñanza de la paz, el trabajo, la honradez y la honestidad.

Los días y los miles de horas que hemos dedicado a este somero estudio nos impulsan a seguir divulgando esta idea, nacida, como decimos, en esa Universidad para la Paz, en unos momentos en los que sus dirigentes veían con claridad cómo se podía conseguir un mundo en paz, transformado la especulación y la fabricación de armas de guerra, en un apoyo económico sin límites, a la enseñanza de la cultura de la paz, con lo cual se conseguiría ese mundo idealizado en el cual queremos todos vivir.

Con retórica, minutos de silencio y misas cristianas de duelo no se va a conseguir absolutamente nada.

*Del grupo de expertos de la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas