Ahora se cumplen ya cuarenta años. Era el verano de 1977. Acababa de terminar COU en el Instituto Andrés Bello de Santa Cruz de Tenerife y la selectividad. Antes de empezar el primer curso de la Licenciatura de Derecho en la Universidad de La Laguna -las clases empezaban en esa época en octubre-, mis padres decidieron que debía perfeccionar el idioma inglés, y a principios de agosto realizo mi primer viaje al extranjero. Concretamente a Londres.

Me alojo en un colegio mayor en West Kensington. Compartía habitación con un iraní. El director del colegio mayor era a su vez el director de la escuela de idiomas. Iba siempre en bicicleta y era absolutamente austero. Medía 1,85 cm y, más que atlético, era muy flaco. La academia de inglés estaba en South Kensington, a escasas tres paradas de metro, una de cuyas estaciones era Earl Court, cuya mítica sala de conciertos, Earl Court Exhibition Center, recordaba por los reportajes de las revistas musicales Popular1 y Vibraciones, y donde habían actuado -y lo seguirían haciendo las décadas siguientes los grandes del rock-: Beatles, Rolling Stones, Pink Floyd, Led Zeppelin, David Bowie...

El punk acababa de arribar a la capital inglesa en 1976, y en la calle era habitual la escena juntos del hombre enchaquetado y del joven punk con pelo color naranja y pendiente en la oreja.

Siempre que salía de la estación de metro de South Kensington leía los titulares de los periódicos, que, a veces, contenían en gran formato una única noticia.

Empieza el mes de agosto y leo: ha muerto el papa Pablo VI. Su muerte se producía sólo mes y medio después de las primeras elecciones democráticas en España, celebradas el 15 de junio de 1977, una vez fallecido el dictador Franco, contra el que el cardenal Montini, luego Pablo VI, siempre luchó.

Días más tarde -el 16 de agosto- fallece Elvis Presley, y me tropiezo con la noticia tras salir del metro. Elvis pertenece a una generación anterior a la mía, aunque obviamente conocía su trascendencia mundial, y, sobre todo, después del concierto de 1973, "Aloha from Hawai", sus canciones me eran muy conocidas, entre ellas "Suspicious mind". Tras los Beatles, Elvis Presley es el cantante que más discos ha vendido en el mundo.

Sólo tres días después -el 19 de agosto- muere Groucho Marx, el más grande humorista del siglo XX, sin lugar a dudas. Mi padre era un fervoroso devoto de los Hermanos Marx, y siempre iba a ver todas sus películas en los cines de Santa Cruz de Tenerife, y en cualquier cine de cualquier municipio de Tenerife que las proyectara. Iba siempre con él, y así conocí todos los cines de nuestra capital y de La Laguna, tanto del centro como de los barrios y de numerosos municipios. Es más, cuando mi padre por motivos de su trabajo -era el único magistrado de Trabajo para las cuatro islas de la provincia de Santa Cruz de Tenerife- iba a La Palma, La Gomera o El Hierro -en algunas ocasiones lo acompañaba-, también veía sus películas, geniales todas, desde "Una noche en la ópera" y su famosa escena del camarote, "Un día en las carreras", "Los hermanos Marx en el Oeste", "Sopa de ganso"..., y se sabía de memoria todos los diálogos.

Pero lo que más me impactó fue la noticia que leí a toda página en los periódicos ingleses tras cruzar el "hall" de la estación de metro de South Kensington a finales de septiembre de 1977: "Ha fallecido el papa". Totalmente incrédulo le dije a un amigo: "Pero qué atrasados están los ingleses con las noticias, si el papa falleció hace más de un mes". Y no había fallecido Pablo VI, sino otro papa: el recién nombrado Juan Pablo I. Tardé un par de horas en creerme que en menos de mes y medio habían fallecido dos papas. Pero era cierta la noticia. ¿Asesinato? ¿Envenenamiento? Lo cierto es que la revolución que quería hacer Juan Pablo I en la Iglesia Católica nunca pudo intentarla, y que, dado que al Papa no puede hacérsele la autopsia para conocer de qué ha fallecido, si alguien quiere cometer ese crimen lo tiene más fácil.

Recuerdos de un verano que fue único. Los fines de semana jugaba al fútbol con los chavales del barrio, paseaba por el precioso Hyde Park, iba a oír los discursos en Speeker Corner, su famosa esquina donde se les permite a los oradores hablar de cualquier tema; asistí a una obra de teatro, conocí el British Museum, y probé las pintas de cerveza en los pubs.

Un verano, el de 1977, plagado de muertes de personajes históricos.

*Presidente de TuSantaCruz