En los últimos años hemos entrado en una crisis agraria que no solo tiene que ver con aspectos económicos, sino también que conlleva peores ingresos para el agricultor, que en contadas ocasiones puede vivir con lo que da el campo. Mientras tanto, importamos de todo; en muchos casos, excedentes de los mercados internacionales: papas, conejos, huevos, etc., que vienen de países terceros, sin pagar aranceles (por ejemplo, más de cuarenta millones de kilos de carne).

Nuestros consumidores tampoco demandan productos de la tierra. Además, nuestra geografía no favorece la producción local de determinadas producciones, caso del cereal, sector en el que los precios internaciones y los costes locales hacen que tengamos dificultades para mantener la producción. Sin embargo, y a pesar de todo, aún quedan en Tenerife unas cuatrocientas hectáreas de este cultivo. Sobre este particular considero que deberíamos hacer una reflexión, y entender que su existencia es fundamental para el sistema agrario, y que deberíamos incrementar su superficie para mejorar el resto de la producción local. No hay que olvidar que la rotación de cultivos es básica para mantener la fertilidad de los suelos y la lucha contra las plagas, como de hecho ocurre con la polilla guatemalteca en las papas; por ello, los cultivos de papas bonitas en el norte de Tenerife y las variedades que hacemos con semillas importadas tienen la necesidad de mantener en Canarias los cultivos de cereal y legumbres, chochos, habas?

Este tema es clave, pues cultivamos de cereales menos de un 10% de lo que sembramos de papas en Canarias, y, lo que es peor, con la falta de coordinación entre las administraciones y los agricultores, como ha ocurrido este año, llevamos camino de seguir reduciendo su peso hasta la completa desaparición. Hemos burocratizado la siega y la trilla y, lo que es más lamentable, lo hemos hecho en nombre del medioambiente.

Entremos en materia. Entre Mamio en La Orotava y la pared de Icod de los Trigos, quedan por segar algo más de cuarenta hectáreas, tema no resuelto por haber parado los trabajos de siega, ante la ola de calor. Si bien en un primer momento se hizo una gestión con el consejero que permitió la continuación del trabajo unos días, sin embargo, un nuevo parón ha impedido la recogida de parte del cereal, lo que ha significado amplias pérdidas para los agricultores, tanto por los daños por las plagas en los campos como por el deterioro que sufre el cultivo al tenderse en el suelo. Por otra parte, esperemos que la humedad no deteriore aún más el grano en septiembre.

Queremos lamentar la falta de coordinación entre las áreas de agricultura y medioambiente del Cabildo insular, ya que con poner una cuba con agua en las proximidades de la siega se habrían solventado los supuestos problemas de la seguridad. La administración y los agricultores deben estar coordinados, ya que, si queremos potenciar la producción local, hemos de mejorar la relación entre ambos.

Si queremos mejorar la rotación de cultivos, gofios y papas de la tierra, reducir los bardos de zarzas etc., etc., no podemos ni debemos sembrar la desmotivación y desorientación actual, tanto con la polilla guatemalteca de las papas, las importaciones de papas del exterior en agosto, como con el lamentable espectáculo de perjudicar el trabajo de los segadores porque hemos tenido sol y calor. La trilla siempre ha sido una actividad de agosto, de calores y altas temperaturas, no de invierno. Los responsables políticos han de buscar alternativas viables tanto en el plano social como ambiental que no supongan que los agricultores paguen, como siempre, la factura de una administración alejada del campo y de los campesinos.