La canción del verano no es la del juez Alba, tocando en la guitarra su decepción por esta sociedad que le ha tocado vivir, sino la de Maluma, esa de "felices los cuatro", dedicada sin duda a PP, PSOE, Podemos y Nueva Canarias.

Ana Oramas, que las ve venir, ya dijo hace unas semanas que los canarios somos mucho de chuletadas. Es así: el destino inexorable del cochino canario es la plancha. Y lo que promete este otoño caliente es una gran hoguera de las vanidades que nos va a ahumar a todos la cocinilla.

La oposición en Canarias, como en la canción de Maluma, ha decidido organizar, felices los cuatro, un asadero. Ellos pondrán las brasas y los nacionalistas la carne. Es un hecho cierto que los conservadores no se ven gobernando con los socialistas. Y mucho menos con Podemos y viceversa. Pero todos, incluido por supuesto Román Rodríguez, están dispuestos a ponerse de acuerdo en la oposición para convertir lo que queda de legislatura en una tortura china para Clavijo y los suyos. Se la van a hacer poco a poco, vuelta y vuelta, en el Parlamento regional, en los cabildos y en los ayuntamientos. Allí donde puedan poner la carne en el asador.

Ya ha pasado en Icod y en el cabildo de Lanzarote. Esos son los entremeses. Ahora vendrá el inicio del curso parlamentario, y la primera en la frente será la televisión autonómica, en donde quieren meter la mano en el concurso de informativos, llevándose por delante la cabeza de Santiago Negrín, el director que puso el mismo Parlamento que ahora quiere cepillárselo. Es verdad que detrás de la acción vienen los problemas (será difícil que unos y otros, socialistas, populares, podemitas y nacionalistas de NC, se pongan de acuerdo en quién debe gobernar la tele o a quién darle el concurso), pero en lo que sí están de acuerdo es en chingar la borrega a los de Coalición y hacerles la vida imposible en su angosta minoría.

Lo que se desprende de esta nueva geografía (todos contra uno) es la tendencia al caos. La cuestión ya no es la estabilidad, sino todo lo contrario. No hablamos de gobernabilidad, sino de follones. Cuanto peor mejor. Y esta sociedad nuestra, que prefiere el espectáculo antes que la triste seriedad, recibirá con enorme alborozo la cacofonía política amplificada por los medios de comunicación. Las mismas redes sociales que han hecho creer a mucha gente que había un tiburón nadando feliz en agua dulce por una autopista inundada de Tejas se tragarán alborozadas que las microalgas son en realidad una consecuencia de los vertidos de aguas fecales de la política canaria. Lo que no deja de tener su poesía. Microalgas en la microcefalia.

Y encima, en octubre, tendremos la secesión de Cataluña. O sea, en este otoño no sólo se caerán las hojas de los árboles. A poco que nos descuidemos se nos caerán las mismísimas pelotas.