La verdadera contaminación fecal en Canarias no son los vertidos de aguas residuales al mar, sino los aluviones de saliva de la clase política. El amerizaje de grandes bancos de microalgas en las costas de Canarias ha permitido de nuevo que afloren los pestilentes efluvios del maldito pleito insular. Hasta en eso de la mierda existe competencia entre los grandes prebostes capitalinos.

El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, ha dicho que en su isla todas las aguas que se vierten al mar están debidamente tratadas, al contrario de lo que ocurre en Tenerife, donde mayormente echamos a las olas los detritus humanos tal cual salieron de los intestinos del personal. Para las cianobacterias, las heces chicharreras deben ser como solomillos. Y Morales denuncia que la Fiscalía de Medioambiente aquí se tapa los ojos mientras allí les cae encima en cuanto se les desborda una bacinilla.

Es un hecho que en las costas de Gran Canaria también se han registrado "blooms" de microalgas, con lo que el argumento de Morales queda bastante cojitranco. Porque una de dos: o las microalgas no tienen nada que ver con las aguas fecales (porque allí no se vierten según sus propias palabras) o lo que dice no es verdad. Incluso puede que las dos hipótesis sean ciertas. Es decir, que la mierda y las algas no tengan nada que ver y que lo que dice Morales no sea cierto. De hecho, el censo realizado en 2016 por el Gobierno de Canarias establece que de los 111 vertidos localizados en Gran Canaria sólo 31 están autorizados y se realizan conforme a la legalidad. Sin ir más lejos, la depuradora de Jinámar vierte un caudal seis veces superior a lo autorizado y la mayor parte de las aguas fecales que se mandan al mar no están tratadas. Morales dice que sí se tratan, aunque falten permisos. O sea, como el que sabe conducir pero no tiene carné. Tal que Mauricio.

En Canarias se han hecho muchas cosas en materia de aguas. Lo primero fue garantizar el abastecimiento humano. Se tomaron medidas para aumentar la disponibilidad de este recurso escaso, a través de desaladoras y sistemas de almacenamiento que aumentaron el volumen agua disponible. Los problemas de consumo ya son historia. Es verdad, sin embargo, que los vertidos de aguas residuales siguen sin resolverse. Entre otras cosas porque nunca fueron un problema prioritario y porque nuestro mar, que es un océano, ayudaba a que pasaran desapercibidos.

Este verano de cianobacterias, aunque nada tengan que ver con las aguas fecales, ha servido para despertar un efímero debate en una comunidad que vive del turismo pero descuida el medioambiente marino. Pero no se engañen: lo olvidaremos. Cuando los políticos terminen de descuartizarse mutuamente, para sacar rédito electoral de las desgracias ajenas, las microalgas pasarán a la historia, del rincón en el ángulo oscuro, para hacer amigable compañía al telurio. La política canaria es típicamente ganadera y sólo ordeña a la vaca cuando da leche.