Hace unos años EL DÍA publicó un artículo mío en el que apuntaba que la palabra más utilizada en España por aquel entonces era "tirando". En efecto, cuando dos amigos o conocidos se veían después de transcurrido algún tiempo y se preguntaban qué tal les iba, casi siempre se respondía con dicha palabra: tirando. Y es que la situación económica del país era realmente angustiosa, amenazada por la Unión Europea con la intervención y sin que la mayoría se percatara -a pesar de la experiencia helena- de lo que ello significaría para nuestro tan cacareado estado del bienestar.

El cierre de negocios, los impagados, las colas en las oficinas de empleo, el reparto de comida en los comedores sociales -ante los que se veían con frecuencia personas que con anterioridad disfrutaban de cierta comodidad-, las escalofriantes cifras de desempleados que mensualmente nos "endilgaban" los representantes del gobierno -en tarea tan desagradable resultaban hasta cierto punto risibles sus expresiones para justificar los datos que ofrecían- y, sobre todo, el descontento de la población -Podemos?- no permitían presagiar nada bueno para nuestro futuro.

Transcurridos unos años desde aquella situación caótica, se me ocurre hoy analizar la actual, y, debe ser por la edad, me falta información o conocimientos para comprenderla. Porque sigue habiendo comedores sociales, el número de desempleados ha disminuido, pero continúa siendo elevado, los periódicos no hacen sino recoger las quejas de los ciudadanos, se callejea y no para uno de asombrarse de la cantidad de locales comerciales vacíos? y, sin embargo, la actividad económica ha crecido hasta límites hasta hace poco imprevisibles. En este sentido me refiero, sobre todo, al ambiente que se respira en los lugares turísticos.

Pasear ahora por el Puerto de la Cruz resulta francamente agradable, y no precisamente por el incremento del turismo -que también-, sino por la presencia de nativos (basta acudir al Loro Parque para comprobarlo). En Bajamar, Icod y Garachico ocurre lo mismo, con los establecimientos comerciales a tope, llenos de gente ansiosa de comprar? Y si hablamos del Sur, la relación sería mucho más prolija. Tajao, con colas en sus restaurantes; El Médano, con su playa principal incapaz de contener a los incontables veraneantes cuando la marea está alta; Ten Bel, Los Cristianos, Playa de Las Américas, Los Gigantes..., cada uno de ellos con sus tradicionales visitantes, pero todos ellos demostrando con la habitual generosidad de los tinerfeños que la crisis no parece ir con ellos.

Por otro lado, ha aumentado la venta de vehículos -motos, coches, furgonetas, camiones?-, los viajes al extranjero -no exactamente los del Imserso- se han incrementado de manera notable, por las noches la actividad de las terrazas de verano se ve cada noche incrementada? Se vive como si no creyésemos en la etapa de relativa bonanza económica que estamos viviendo, sujetos al "carpe diem"'' latino y confiados en el "Dios proveerá", que no supedita el futuro a nuestra voluntad, sino a la del Supremo Hacedor.

Ante todo esto, ya lo dije al principio, me pregunto si la crisis continúa o ya ha sido superada. Y si continúa, hay que concluir que la cifra de desempleados no es real, que no es cierto ese 30 % que nos ofrece, que muchos de ellos tienen trabajos que no cotizan a la Seguridad Social? o que las subvenciones que presta el erario son muy elevadas -parados, bajas laborales, por maternidad, de larga duración?- y nos permiten suponer que sí, que seguimos en la crisis, pero que debemos ser optimistas, que esto no va a durar siempre, y que es ese optimismo el que nos hace fuertes.