Supongo que es tentador tratar todo como si fuera un clavo, si la única herramienta que tienes es un martillo.

Abraham Maslow

La psicología no se tiene, se estudia. El psicólogo o la psicóloga no nacen, se hacen. La disciplina científica que estudia, explica y trata el comportamiento y, eventualmente, el pensamiento, emociones, sentimientos... tras el mismo es la psicología.

Las prácticas de sugestión, creencias, costumbres, tradiciones ... que pueden cambiar la conducta humana no son psicología. De hecho, son objeto de estudio por parte de la misma. Entender por qué las personas deciden seguir las más peregrinas sugerencias o indicaciones, sin ninguna evidencia, lideradas por los más pintorescos o peligrosos personajes que se nos puedan ocurrir, es una fuente de entendimiento del ser humano.

Realmente, quien aprende a manipularnos puede llegar a hacerse rico. Prometiendo lo deseado, mediante la práctica de lo más increíble, podemos llegar a conseguir que las personas crean en la veracidad e, incluso, la base científica de cualquier pantomima que se nos pueda ocurrir.

Pero no es psicología. En la psicología no se cree. No es algo que esté en el mismo plano que la fe. Podemos ser religiosos e ir al psicólogo; no serlo e ir también. Incluso podemos confiar en nuestra intuición para resolver problemas. Pero no estamos haciendo psicología. Es otra cosa.

Quizás el ámbito más común de lo que podríamos llamar pseudopsicología lo constituyen las personas que han pasado -o dicen haberlo hecho- por experiencias difíciles en su vida y las comparten. Intentan hacernos creer que siguiendo sus pasos nosotros también podremos conseguirlo. No es algo extraño. Lo hacen los amigos y quienes tratan de ayudarnos, tendiéndonos una mano. Pueden equivocarse, pero lo que importa es que están a nuestro lado y quieren que nos sintamos mejor.

Este es el mecanismo del que se aprovechan muchos charlatanes que tratan de vivir de dar consejos, basados en su supuesta experiencia a los demás. Extienden este mecanismo de confianza a muchas personas, escribiendo libros, impartiendo conferencias o incluso usurpando la terapia psicológica.

No me estoy refiriendo a aquellos que nos inspiran genuinamente. Que son muchos. Y lo hacen sinceramente. Además de no necesitar revestirse de una autoridad que no tienen, mediante certificaciones dudosas o títulos excéntricos. Estas personas de verdad nos cambian sin intentarlo. Sus actos, sus pensamientos, reflexiones o escritos consiguen que veamos la vida de otra forma. Que usemos nuestro pensamiento crítico, que nos cuestionemos, que avancemos.

Son quienes hacen uso de esta capacidad de inspiración para su propio beneficio, y lo utilizan para sustituir lo que ofrece la psicología, los que hacen verdadero daño. Y no hablo del daño a la profesión, hablo del perjucio a la salud mental de las personas.

Son quienes nos quieren hacer creer que los cambios en nuestra vida se consiguen con extraños mejunjes, gestos o talleres de fin de semana. Quienes siguen perpetuando uno de los mayores problemas que tiene nuestro bienestar emocional: la dependencia.

Con estrategias más o menos elaboradas -hay algunas verdaderamente conseguidas-, nos cambian nuestra dependencia hacia entornos tóxicos o personas que nos manipulan hacia sus propuestas. Previo paso por caja, por supuesto. Y sin garantías.

La psicología no se ha librado del fenómeno de las "dietas milagro". Al contrario, ha propiciado que se creen otro tipo de "dietas emocionales", que administran aprovechados "con mucha psicología", pero sin la más mínima formación o evidencia contrastada.

Como me decía un viejo profesor de psicología hace tiempo, debemos ser conscientes de que los cambios requieren esfuerzo y guía. La una sin la otra no tienen sentido y, además, son un engaño. Nuestro papel como psicólogos está en convencer a quien acude a nuestra consulta que su esfuerzo, con nuestra guía, le hará conseguir aquello que necesita o desea.

Si no lo hacemos bien, se nos seguirán colando por los resquicios quienes dan guía sin fundamento y ofrecen cambios sin esfuerzo.

@LeocadioMartin