Dice Pedro Ortega, el "ministro" canario de Economía, que lo importante es la economía circular. Me quedé pescando. ¿Se refiere a que deberíamos convertirnos en el emporio de la producción de neumáticos? ¿O de galletas María? ¿O de aretes? No, claro. Lo que dice el señor Ortega es que hay que reducir la entrada de materiales y la salida de deshechos. O sea, reutilizar. Reaprovechar. Que productos, componentes y recursos en general mantengan su utilidad y valor. Vamos, que si se te escoña la cafetera eléctrica no deberías ser un patán, como ahora, tirarla y comprarte una nueva, sino llevarla a arreglar.

Eso se puede llamar economía circular. O también de Maricastaña, que era la de nuestros abuelos. De cuando no éramos los insoportables nuevos ricos de ahora. Por eso hace muchos años había tiendas de reparaciones por todas partes. Lo que pasa es que como hoy nada nos dura porque lo cambiamos todo rápidamente (teléfonos, ropa, pareja?) decimos que hay que ser circulares. O sostenibles. O que el futuro está en la economía azul, que antes era la economía verde y mañana será la economía en tecnicolor.

A mí me parece que nos estamos poniendo demasiado estupendos con los adjetivos calificativos. Esto de producir ya es bastante complicado como para que nos estén fundiendo los plomos con nombres raros. Básicamente se trata de hacer cosas o prestar servicios que te compren otros. Si los que te compran son de aquí, el dinero sólo cambia de manos. Que no está mal. Lo que está mal es que al final siempre acaba en las mismas manos. Pero lo importante es lo que podemos vender a gente de fuera, que es lo que nos sirve para importar lo que necesitamos. Es lo que podríamos llamar balanza comercial, que no es circular, ni azul, ni verde, sino, en el caso de Canarias, morada. Muy morada. Del color de la asfixia. Porque se da el pequeño detalle de que compramos más de lo que vendemos, con lo que en la operación salimos un tanto perjudicados.

Lo que nos está salvando el culo, básicamente, son los guiris. O sea, unos 15.000 millones de euros. El 70% de lo que se gastan ni lo olemos. Se llama "gasto en origen" y se lo embolsan otros. A nosotros nos toca el 30% restante, que es una pasta de todas formas. Y aunque de ese dinero también se nos escurre mucho (los dueños de los grandes hoteles viven fuera de aquí), lo que queda nos sirve para comer y para las compritas que hacemos por ahí fuera, como petróleo, la comida y los productos de Aliexpress.

Creo que en vez de ponerles tantos nombres cachondos a la economía, lo que habría que hacer es remendarla. Más que nada porque llevamos diciendo décadas que la vamos a cambiar y sigue tal cual. Será que es circular porque cada vez son más los que van de culo. Y sin frenos.