Hablar del agua y las microalgas es también hablar del "cultivo" que más agua demanda en Canarias, que no es otro que el consumo urbano. Las microalgas se asocian con vertidos de agua dulce al mar, aunque las mismas las encontramos en puntos alejados de emisarios submarinos como en el norte y oeste de La Palma. Ahora el monocultivo de las mentes: lo que no se transmite por el móvil no existe; la tecnología, la aceleración del tiempo; no hablamos, no miramos alrededor.

Los temas del agua han sido endémicos en Canarias, al tratarse de un bien escaso controlado por pocos. Ahora nos preocupa la contaminación del mar. De los vertidos en el volcán en el interior de las Islas no hablamos, de la reutilización tampoco; nos preocupan el mar y la playa, que hasta hace poco era un ilimitado vertedero al que vertíamos todo, sin contemplación. Tampoco nos preocupa el estado de los recursos de nuestros acuíferos, de los hábitos de consumo de la red de agua potable, de una gestión sostenida agua-población, en una palabra, consumo y ahorro del agua (véase cuadro).

Hemos multiplicado por cinco los caudales de las Islas, con un aumento importante de los consumos urbanos, situándose próximos al 50% de los recursos disponibles, mientras que las aguas que reutilizamos únicamente están en torno a un 15%; el resto se vierte, bien en el mar o bien en el interior de las islas, mayoritariamente sin depurar, pozos que se vierten al volcán en las zonas geológicamente más jóvenes, mientras que en las más antiguas discurre por barrancos, que en contadas ocasiones depuramos y reutilizamos.

La reutilización tiene una lectura agridulce, ya que se han dado pasos positivos que han tenido un recorrido desigual. Si leemos nuestro paisaje y el agua, podemos encontrar sorpresas, ya que dista mucho lo que producimos de lo que reutilizamos.

En los últimos cincuenta años hemos multiplicado por dos las población, pero, lo que es más importante, se ha ampliado de manera tremenda el consumo urbano, multiplicándose en Canarias por ocho, y en algunas zonas incluso por diez, pasando las islas de unas estimaciones de consumo de unos 30 hm3 en dicha fecha para situarnos en casi 300 hm3 en estos momentos.

Otro de los aspectos que complican la depuración es la dispersión del poblamiento, a quien las características geológicas han facilitado para enterrar en el subsuelo (volcán) las aguas negras, creando problemas en las zonas antiguas de las islas, en las que las aguas negras discurren por barrancos y, en consecuencia, han obligado a la depuración.

No sequemos las fuentes de la sabiduría popular.