Existen historias que merecen ser contadas, ejemplos de vocación de servicio público que encierran el desafío de arriesgar la propia vida por la de otros. Héroes que no temen a la adversidad por la sencilla razón de deberse a la pasión por su trabajo, una entelequia para algunos y una realidad para otros. A él no le gustan los halagos, tampoco los reconocimientos públicos porque considera que "forman parte de su profesión y otros en mi lugar lo harían igual". Yo le dije que no, convencí a mi amigo Andrés Lorenzo Pérez para que me dejara contar su historia en una ventana de opinión tan importante como la de EL DÍA. Andrés es técnico de emergencias sanitarias del SUC 112, un trabajador cuya dedicación se equipara a su bondad, siempre con el compromiso vital de la ayuda al prójimo. Todo ocurrió el 14 de septiembre, teniendo como marco espacial la calle San Isidro de Los Realejos. Tras un servicio en el centro de salud, su continua vigía le avisa de un fuerte olor a humo saliendo de una casa a algunos metros de la ambulancia. Verificó que efectivamente una amplia cortina de humo salía de la casa, con el sótano completamente en llamas. Ante esta situación de emergencia y el atrevimiento de quien tiene la innegociable vocación de ayudar, se dirige a la vivienda y golpea la puerta en busca de alguna posible víctima, de algún morador de la casa que estuviera en peligro y pudiera responder; nadie contesta, pero se dirige a la ventana y utiliza un extintor de la ambulancia que vacía dentro del garaje sin el efecto esperado. El tiempo corría en su contra. Andrés estaba ya en el lugar del siniestro, sin más defensa que su atrevimiento. Su insistencia provoca que un niño responda a la llamada, ayudándolo a salir con precaución por el insistente humo que emitía la casa. De forma inmediata sigue el procedimiento y llama a los bomberos de La Orotava, que acuden con premura a la vivienda siniestrada. Es aquí cuando uno de los bomberos entra en el incendio sin mirar atrás, con el riesgo que conlleva la búsqueda de posibles víctimas que se pudieran encontrar en el inmueble afectado. No hubo que lamentar daños personales, pero se puso de manifiesto una vez más la necesidad de homenajear la labor del Parque de Bomberos de La Orotava, un cuerpo de profesionales a los que se les debe de reconocer un trabajo, en ocasiones desagradecido, pero altamente necesario e imprescindible. Él es un héroe anónimo, un profesional de las emergencias que tuvo la suerte de no hablarle de frente al peligro, aunque el reto venga de fábrica. Todo es poco para dar respuesta a las reivindicaciones de este gremio que tantas vidas salva sin el celo de las estadísticas ni del reconocimiento público. Esta es la historia no solo de dos valientes, de dos apasionados del servicio público que siguen ejerciendo sus funciones con la dignidad de los que aman su profesión; es también la historia de la dotación de cuatro bomberos y un jefe, y los dos técnicos del SUC 112 que estaban en lugar de los hechos, entre ellos, una mujer con gran dedicación. Decía el político y escritor británico Benjamin Disraeli que "a menudo los héroes son desconocidos" y, en este caso, la metáfora es el recurso más objetivo que existe para decorar una historia real.

@LuisfeblesC