Apostando para que no se consume la ignominia de que demasiados catalanes pasen a ser extranjeros en su propio país.

Los soberanistas de Quebec emplazaron a las autoridades canadienses para habilitar fórmulas para su ejercicio, los escoceses tomaron la iniciativa para su segregación, los vascos mandaron a Ibarretxe al Congreso de los Diputados. Lo que da entender algo obvio, que el interesado debe ser quien tome la iniciativa y calibre apoyos, alianzas, viabilidad y persuasión: o sea, hacer política. No decirlo como loros.

A la escala de simplicidad acostumbrada, se acusaba a Rajoy de no haber hecho nada ante el "pathos" separatista, sin indicar o sugerir que es lo que podía hacer. El acusador emboscado en la obtención de pequeños réditos políticos olvidaba que era asunto que forzosamente le implicaba a él también, al exigirse 2/3 en el Congreso para reformar la Constitución. Por tanto era parte esencial, por mucho que desviara su incapacidad e insolvencia política (jamás vista), a un programa político degradado a rabieta: "No es no". Si no hacía nada Rajoy, lo sensato y obligado habría sido suplir su inacción con inteligentes y elaboradas propuestas. Siendo una cosa tan decisiva para el conjunto de los españoles tendría que haber alguien que fuera capaz de razonar, postular procesos, aventurar alianzas, fijarse en modelos exteriores, afinar posibilidades constitucionales.

Calvino, Savonarola, Torquemada, cátaros y demás espíritus puros tuvieron la suerte de no vérselas con la sacrílega corrupción del PP. En España todos los partidos estaban incursos en casos de corrupción, la sociedad en su día había sido en exceso tolerante con ella, pero ahora reformas legislativas y actuaciones judiciales se encaminan a su decidido control. Ignorándolo deliberadamente, solo confiaban en avivar el fuego purificador y quemar al pecador. Cuando además todo el mundo por intocable que parezca termina en la cárcel, saliendo por televisión. Pero la contribución de esta izquierda se limitaba a rezar por dos invocaciones vagarosas, y así quitarse de en medio, como "dialogar" y "negociar". ¿Cuándo, qué, cómo, con quién, solos, con borrador conjunto, proponiendo colaboración...?

El colmo del cinismo ha sido sin duda la imputación al PP de que recurriera el Estatut por inconstitucional; declarado (parte) así, siguen reiterando que debió permitirse su inconstitucionalidad. La deslegitimación completa de la legalidad, del mismo poder judicial y la Constitución. Los partidos debían vulnerarla. Si la izquierda y corifeos son entusiastas de la nula importancia de la inconstitucionalidad del Estatut, por qué no iban a hacer lo mismo los separatistas. Y claro, lo han hecho.