Con distintos actos, el próximo fin de semana, el ya Museo Nacional celebra el XXV Aniversario de su inauguración en el otoño de 1992, el año grande en el que España enseñó sus geografías, patrimonios y culturas, la solidez de su democracia recuperada y el caudal humano que destacó en el plano creativo -música, artes plásticas y visuales- y en los deportes y disciplinas olímpicas.

Entre abril y octubre, Sevilla y la Isla de la Cartuja, unidas por audaces infraestructuras, acogieron la que, a la postre, fue la última Exposición Universal, con el concurso de ciento doce países y treinta organismos supranacionales y veinte millones de visitantes. Con menor alcance y participación, desde entonces, estas muestras se califican como Internacionales.

Entre el 25 de julio y el 9 de agosto, Barcelona fue sede de los XXV Juegos Olímpicos -con 9.356 atletas de 169 países que compitieron en 28 deportes y 257 disciplinas- calificados como los mejores del siglo XX. Con cuatrocientos treinta deportistas en veinticuatro especialidades, España ganó veintidós medallas (13 de oro, 7 de plata y 2 de bronce) individuales y de equipo en el mejor resultado de su historia.

El tercer hito de aquel año glorioso -que dejó magníficas infraestructuras en las capitales andaluza y catalana- fue la adquisición y apertura del Museo Thyssen-Bornemisza en el Palacio de Vistahermosa, en la vecindad del Prado y formando con el Reina Sofía un triángulo artístico singular. Los buenos oficios de la baronesa Carmen Cervera permitieron que esta magnífica colección que, desde el gótico europeo llega a las últimas tendencias, se quedara para cubrir lagunas sensibles en nuestro patrimonio -primitivos italianos y nórdicos, firmas del siglo XIX, especialmente los impresionistas franceses, y vanguardias de entreguerras- y para enriquecer con piezas maestras -Duccio, Van Eyck, Fra Angelico, Carpaccio, Durero, Caravaggio y Rubens, entre otros- el valiosísimo inventario estatal de maestros históricos. La única efeméride conmemorada del magnífico 92 fue la de la gran pinacoteca y es que, como dijo el poeta, la memoria es frágil y el olvido injusto, tristemente.