El rencor, que no es otra cosa que el resentimiento arraigado y tenaz de los descontentos, que se reúnen para formar un partido y tratar de imponer sus postulados. Esto, ni más ni menos es el retrato de dos agitadores políticos, Puigdemont y Junqueras, que han aunado sus esfuerzos para alimentar y propagar ese sentimiento revanchista entre la ciudadanía catalana, que vive el día a día con absoluta indiferencia hacia las intenciones de estos grupúsculos que se enquistan en la opinión general con una serie de consignas, mayormente falsas, para aborrecer el Estado de derecho aprobado en la Constitución Española.

A la vista del día después del simulacro de referéndum, declarado ilegal por las leyes en vigor, estaremos asistiendo a un enconamiento de los odios hipócritamente maquillados durante la época de vacas gordas de CiU con las jugosas subvenciones a cambio de los apoyos parlamentarios de un partido presidido por un exultante Pujol, ahora procesado por la malversación de caudales a la Hacienda española. De todo ello, el giro a la izquierda resultó con el hallazgo del célebre 3% de comisión de todas las gestiones administrativas. Y en este río revuelto surgió Arturo Mas y sus veladas intenciones de emancipación, que han cuajado en este dirigente de flequillo rebelde, que junto a su alter ego Oriol, han maquinado para llegar a los acontecimientos que hemos vivido en este domingo incierto para Cataluña y el resto de los españoles.

Con el reloj apuntando ya la hora del comienzo de una nueva semana, llegamos a la conclusión de que la comedia escrita y dirigida por estos dramaturgos improvisados, sólo ha conducido a sembrar mayor enfrentamiento entre la ciudadanía, que ahora se ha vertebrado en dos facciones, españolistas e independentistas, y que ha servido para que éstos últimos sirvieran de fuerzas de choque contra las conocidas medidas de los cuerpos antidisturbios de la Policía, la Benemérita y la pasividad de los Mossos, retirando las papeletas de voto y las urnas de plástico de fabricación china. Pero no acaba aquí el cúmulo de responsabilidades de estos partidos radicales, sino que las han agravado con la introducción de niños y ancianos en las reivindicaciones en favor del derecho al voto, declarado, como hemos dicho inconstitucional. Lo cual es una arbitrariedad que tendrán que purgar cuando se pronuncie la misma Justicia que les prohibió el acceso a muchos colegios electorales.

Hoy, lunes ya, ante el fracaso y la irregularidad de las votaciones, repetidas en distintos colegios por la declaración de sufragio universal, e incluso con las papeletas dobladas y sin sobre, la charlotada va camino de la declaración de independencia solicitada por el propio Puigdemont al parlamento catalán, secundada por su segundo Oriol Junqueras. Lo cual es una señal inequívoca de que los problemas se irán acrecentando aún más, mientras las víctimas manipuladas, cifradas provisionalmente en 844 heridos, se irán incrementando en la medida de los intereses del Gobierno y los soberanistas, que no dudarán en airear sus lacras a los medios audiovisuales, con escenas de ensañamiento de las cargas policiales contra la población indefensa. Dicho sea al margen de los agitadores, siempre presentes en todos los conflictos. Conflicto éste en el que hemos escuchado declaraciones ofensivas de Ada Colau, tachando de cobarde a Rajoy, y de los líderes de los partidos de la oposición, que han barrido para casa de una forma descarada, aunque con el eufemismo de la negociación por la negociación, y reclamando un diálogo del que no creen ni una palabra.

Lo triste de todo es que después de este descomunal ejercicio de adoctrinamiento de la ciudadanía indecisa, las consecuencias de violencia esperadas van a ser el caldo de cultivo -esperado y deseado- por estos dos endriagos para enardecer aún más a los indiferentes y contagiarlos de todo su rencor acumulado desde hace cuatro décadas. La visita del rencor ha anidado en las mentes de la ciudadanía catalana y ha incrementado sus odios contra el Estado y el resto de los españoles, haciéndole el juego al polémico dúo.

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