No estamos en el espacio de la paradoja ni de las contradicciones cuando comentamos las irrelevancias de lo relevante, sino en una centralidad realista de las cuestiones que ahora mismo nos pueden preocupar. Y hablamos de Cataluña, y hablamos de España y hablamos de Canarias.

Nos preocupa qué camino llevará Cataluña por sí sola o dirigida por los mandatos constitucionales. Nos preocupa España por la falta de líderes adecuados para afrontar un problema tan relevante como es Cataluña y que se haga desde la irrelevancia más absoluta, donde se entrecruzan miedos, decisiones que no se toman y, sobre todo, no tener presente la historia de los pueblos como referencia de lo que han sido y de lo que puedan ser en un futuro que está tocando a las puertas.

¿Qué fue Cataluña en el desarrollo de su entidad como pueblo afirmado por una cultura y una historia diferenciada? ¿Qué fue España a lo largo de su historia no solo desde el inicio de la reconquista en tierras asturianas, sino de qué manera se dispuso una unidad territorial rubricada por monarcas y señores feudales cuando el resto de la población solo contaba para rendirles vasallaje y aportar tributos para sus guerras expansivas y de religión?

Son interrogantes de determinada relevancia que hay que tener en cuenta para situarnos en el centro de la cuestión, porque si ignoramos desde dónde parten los pueblos para ser considerados como tales y qué decisiones políticas pretenden desarrollar para afianzarse, estaremos dándole puntapiés a la historia y haciendo de esta una irrelevancia total.

Las naciones, Cataluña, España, son entidades históricas que tendrán un desenlace imprevisto, ya que sabemos cómo se han constituido, pero se ignora que el final les aguarda.

Y hablamos también de Canarias. ¿Cómo aparece insertada en el llamado mundo occidental? ¿Cómo se reduce su aportación política desde lo que se ha denominado "ultraperificidad"? ¿Cómo allá por el año 1978 fue considerada la "cuestión canaria" con más relevancia que ahora la cuestión catalana y, sin embargo, pasó de largo por la historia del Archipiélago, y hoy aquella efervescencia nacionalista que preocupó al gobierno de España se ha diluido en el tiempo por ausencia de actores políticos adecuados para que Canarias ocupara el sitio que le pertenece no solo en el mapa, sino en la aportación como pueblo definido al concurso del resto de los pueblos del mundo?

La historia se ha impulsado ahora, y desde tiempos viejos hacia la consideración de cómo a veces la relevancia de un problema se afronte con una irrelevancia descarada como si no fuera con nadie, que se resolverá por sí sola y que estuviera en manos de tertulianos, que de todo saben y que paradójicamente influyen en decisiones de la alta política.

Nos encontramos pues, en un mundo relevante donde las decisiones descansan en lo irrelevante.