La economía es como un taller de escultura. Para solucionar los problemas de producción, lo suyo es cambiar de modelo. Esta semana lo dijo el presidente. Pero lo dice todo el mundo. Lo que hay que hacer es cambiar de modelo económico. O sea, instalar en Canarias las factorías de construcción aeroespacial. O los altos hornos. O las fábricas de automóviles que hoy están repartidas por todo el continente. Tirado. Salarios muy altos y empleos de gran cualificación. Y problema solucionado.

Hay algunos pequeños detalles, claro. Como que a nadie en su sano juicio se le ocurriría perforar en el Sáhara para buscar agua. Ni montar industrias en un lugar sin materias primas y altos costos de transporte. Y si hay algún sonado al que se le ocurre, como en aquel viejo proyecto para instalar una base de lanzamiento de cohetes espaciales en El Hierro, aquí decimos que ni de coña. Porque, total, la mitad de los herreños trabaja para las administraciones públicas y la otra mitad para empresas que trabajan para las administraciones públicas. ¿Cuál es el problema? A vivir que son dos días.

También podemos convertirnos en un emporio agrícola. No sólo para autoabastecernos, sino para exportar producciones al mundo mundial. Cogemos unas miles de palas y se las damos a Ambrosio Jiménez y le decimos que Canarias es como Montaña Pacho. Que entre por un lado y salga por otro y deje el terreno como la palma de una mano (de la suya no, que quedaría igual). Y luego pegamos a plantar aguacateros como locos. Y metemos mangueras en la mar para sacar agua y desalarla para regar todo eso, sacando de paso toneladas de microalgas y la mierda que vertemos, que servirán de abono orgánico.

Y con Canarias convertida en una potencia agrícola e industrial, habremos logrado el cambio de modelo. Problema resuelto. Se acabarán la pobreza, los salarios bajos y las pensiones no contributivas, y en vez de papas arrugadas la gente comerá jamones de jabugo.

Claro que como ahora solo vivimos del turismo, cambiar de modelo nos va a costar muchas décadas de esfuerzo inteligente. Paciencia, talento y perseverancia no están precisamente en el PIB canario. Para empezar tenemos un sistema fiscal que grava el consumo, lo cual es un contrasentido para una población supuestamente pobre y que vive de los servicios y el comercio. Pero como hay que mantener un sector público enorme, la manguera tiene que sacar lo que tiene que sacar. Y luego, con los mayores índices de pobreza, resulta que la sociedad de estas islas ha aumentado casi un 25% la matriculación de vehículos particulares y los indicadores del consumo no hacen más que subir, como la demanda de energía eléctrica para congelar los langostinos. O sea, que somos pobres que gastan la yema de uno y la clara del de al lado. Así pasa que el Cabildo de La Palma ofrece empleo por mil euros mensuales para sacar cuarenta personas del paro y hay ciento sesenta personas que lo rechazan. Somos una tierra de misterios.