Es algo bastante común en diversas actividades. El ciudadano de a pie lo vive en las comunidades de propietarios o de vecinos con asiduidad. Hace tiempo que se instituyó la figura de "juicio rápido", que, entre otras cosas, pretendía poner coto a la dilación que se producía respecto a recabar el pago de la deuda a los sujetos morosos. Por lo que conozco, algunas trabas debe haber al efecto, ya que el moroso sigue acumulando la deuda con su comunidad mes a mes, año tras año, y la administración de las comunidades parece no encontrar solución a tal problema, que lo es por cuanto son el resto de comuneros quienes asumen la carga de los gastos comunes necesarios para mantener adecuadamente los servicios necesarios.

La crisis económica vino a consolidar una morosidad "institucional" más importante que la del vecino del 5º B, por ejemplo. Es la morosidad de los bancos respecto de las comunidades en las que alguna o algunas propiedades pasaron a su dominio como consecuencia de los desahucios. Y los comuneros comprometidos y cumplidores de sus obligaciones aguantando este estado de cosas, y los gastos.

Leyendo el teletexto de La 1 el pasado día 12 de octubre, a las 18:36 horas, vine a comprender que lo expuesto anteriormente casi adolece de importancia por comparación con otros asuntos. Leía: "El secretario general de la ONU lamenta el abandono de EEUU de la Unesco". Era la decisión formal del presidente Trump. Leído así, como titular, uno pensaba: ¡otra de Trump! Pero no, EEUU no pagaba su contribución a la Unesco desde 2011 (era presidente el Sr. Obama), y sin embargo se mantenía como miembro de dicha organización. El "lamento" de don Antonio Gutierres me sonó absolutamente fuera de lugar. Con un plazo razonable de puesta al corriente de su contribución, la morosidad persistente debía haber llevado al secretario general de la ONU, al menos en 2012, a expulsar a EEUU de la Unesco y no dar lugar a que el moroso tomase la decisión de abandonar la institución en un gesto de poder.

Israel celebraba la retirada anunciada por el Sr. Trump comunicando que "hoy es un nuevo día en Naciones Unidas en el que hay un precio a pagar por la discriminación contra Israel". Todo venía porque en aquel año de 2011 la Unesco había dado carta de naturaleza como miembro a Palestina.

De nada sirve lamentarse, ni aun manifestarlo, cuando en el seno de la Unesco debiera haberse tomado la decisión de expulsión. Aunque el expulsado fuese "el primo Zumosol". O quizás por ello, para mostrar la no asunción de chantaje alguno del más fuerte. Y porque, he de suponer, que el acuerdo de integrar a Palestina lo fue democráticamente.