Pese a las políticas chicas, las conveniencias personales, los pícaros apaños y las apariencias correctas que mueven e inspiran a las doctas y centenarias instituciones que tienen el adjetivo, o apellido, real, algunas veces, pocas, aciertan; y cuando esto ocurre se nota. Hago mía la afirmación de un académico sabio, bueno y atípico que, en el año 2000, saludó de esa guisa la entrada de Fernando Fernán Gómez en la RAE, y la empleo para celebrar el ingreso de José Luis Cuerda en la Academia de San Fernando.

A propuesta de Manuel Gutiérrez Aragón, Josefina Molina y Gregorio Marañón, el director albaceteño José Luis Cuerda fue elegido para la Sección de Nuevas Artes de la Imagen "por su capacidad creadora, con estilo propio, que aúna el bagaje de la comedia y la picaresca española, todo ello apuntalado con un profundo sentimiento ético y humano".

Ocupa el sillón que dejó vacante el fotógrafo vasco Alberto Schommer, fallecido en 2015. Nacido en Albacete en 1947 fue seminarista durante tres años y tiene tras sí una activa biografía como guionista y realizador de programas de radio y televisión.

Desde los años 80 se dedicó a "su pasión vital" y ha construido una intensa y original filmografía, en todos los casos digna y de una gran solvencia técnica; en la misma se anotaron títulos como "El túnel", sobre la novela de Sábato; "Pares y nones", "Total", "El bosque animado" -espléndida recreación del relato de Wenceslao Fernández Flores- y "Amanece que no es poco", acaso sus entregas más felices y taquilleras, realizadas en 1987 y 1988 y que entraron con los máximos honores en la historia del cine español.

En otros trabajos, también adaptaciones sobre textos literarios, mudó el humor poético, la pureza del lenguaje y la estética del absurdo, por un sólido compromiso ético e ideológico, donde tampoco faltó su proverbial ternura. "La lengua de las mariposas" (1999) -basada en un cuento de Manuel Rivas sobre la Guerra Civil y con una espléndida actuación del admirado Fernán Gómez- y "Los girasoles ciegos" (2008) -sobre el relato homónimo de Alberto Méndez, con Maribel Verdú y Javier Cámara al frente del reparto- le afianzaron en la vanguardia de nuestros mejores cineastas.