Como cada año, el calendario del mes de noviembre arranca con la conmemoración de la festividad de Todos los Santos y la del Día de los Fieles Difuntos. Son unas fechas en las que los cementerios se llenan de familiares y amigos que acuden a honrar a sus seres queridos y en las que se aprovecha la visita al camposanto para limpiar, adecentar y enramar con flores los nichos.

Ambas celebraciones, directamente vinculadas con la tradición católica, están profundamente arraigadas en nuestra sociedad. No obstante, en los últimos años, se ha popularizado la fiesta de Halloween. Existen diversas teorías sobre el origen del Halloween. Entre ellas destaca la que lo sitúa en una tradición celta que los irlandeses exportaron cuando emigraron a tierras americanas.

Poco a poco en España hemos ido incorporando la costumbre del Halloween. Canarias no ha sido ajena a esta nueva moda, que se ha arraigado, fundamentalmente por la influencia de la publicidad y de la industria cinematográfica norteamericana.

El sector comercial ha sido uno de los que más han aprovechado el tirón de esta costumbre tan en boga. Las tiendas han visto una nueva oportunidad de negocio y son muchas las que se han especializado en todo tipo de disfraces, maquillajes, decoración, golosinas y en los más diversos artículos terroríficos relacionados con la magia, el más allá, las brujas y los fantasmas.

Máscaras, disfraces, pelucas, calabazas con luces en su interior, telas de araña, calaveras y zombis son algunos ejemplos de esta manifestación que, en una suerte de carnaval del terror, en la víspera del día 1 de noviembre, se utilizan en la celebración de estas fiestas que hemos copiado. Los más pequeños disfrutan de manera especial y es frecuente ver a los niños disfrazados, tocando en las puertas de las casas, pidiendo unas monedas o golosinas, emulando el "truco o trato", una de las escenas que tantas veces hemos visto en las películas americanas.

Sin embargo, esta festividad, moderna e importada, no debe hacernos olvidar la tradición canaria de celebrar los Finaos, una efeméride conocida también como los Finados o los Difuntos. En la noche del día 31 de octubre, víspera del día de Todos los Santos, en muchos pueblos de Canarias solían reunirse las familias, los amigos y los vecinos a recordar a sus difuntos.

Generalmente lo hacían alrededor de una mesa, en la que los más mayores de la familia acostumbraban a relatar las anécdotas e historias sobre sus seres queridos fallecidos. En las casas se encendían lamparillas de aceite y acompañaban la velada degustando los productos otoñales típicos de esta época del año. Entre charla y charla se compartían castañas tostadas, nueces, piñas asadas, higos pasados, tunos, dulces típicos -almendrados y mantecados-, manzanas del país? Todo ello regado con vino dulce, anís o ron miel.

Las fiestas solían finalizar animadas con parrandas donde se interpretaban piezas de la música típica canaria. La música también era la protagonista de los denominados ranchos de ánimas. Los rancheros eran grupos de cantadores y tocadores que recorrían barrios y pueblos cantando y recogiendo limosnas para recaudar fondos a fin de sufragar las misas de los difuntos del pueblo.

Esta tradición popular de homenajear a los difuntos la víspera de Todos los Santos afortunadamente no se ha perdido del todo y se está recuperando en muchos municipios de las Islas. Cada vez son más numerosos los pueblos donde se reúnen los vecinos a conmemorar los Finaos.

La influencia de la cultura foránea no debe hacernos olvidar ni dejar al margen nuestras tradiciones. Por eso tenemos que alabar los esfuerzos de algunas administraciones públicas y asociaciones de vecinos de muchos barrios y pueblos de las Islas por recuperar nuestras costumbres, preservar los elementos de nuestra cultura popular y rescatar los hábitos de nuestros mayores.

Estamos seguros de que en un mundo globalizado, en el que por supuesto Canarias no puede quedar al margen, es perfectamente posible la convivencia de tradición y modernidad. La invasión y el bombardeo publicitario de Halloween no debe ser óbice para impulsar la recuperación de los Finaos y hacer posible que esta costumbre de homenajear y recordar a los difuntos se pueda transmitir a las futuras generaciones de canarios.

*Diputada autonómica de CC