Si leemos los datos de la riqueza y la pobreza en Canarias, según localidades de las Islas y asociando las mismas a la declaración del IRPF, vemos cómo Santa Brígida es la más rica (con 34.449 euros anuales de media por habitante), situándose Garafía en la cola de los 81 municipios de Canarias (con 14.016 euros anuales de media).

Los más ricos se sitúan en la periferia de las capitales, zonas de residencia de los nuevos ricos, como Tafira en Gran Canaria o El Rosario en Tenerife. Mientras, en las zonas más alejadas como Garafía en La Palma o El Tanque en Tenerife, se encuentra la periferia campesina, los pobres. Otros como Tazacorte, Hermigua, pobres en pueblos ricos, en unos casos tierras sin campesinos y en otros la riqueza ausente de los habitantes del lugar, lo que llamamos municipios "saudíes", la riqueza en pocas manos y ausente del territorio, casos de la península Arábiga y Venezuela.

Garafía, desde el punto de vista de los recursos, es uno de los municipios más ricos de Canarias, y, con una superficie de 100 km2, barrido por los Alisios, dispone de un amplio campo cultivable. Fue el mayor productor de cereales y papas de la isla, con una importante actividad ganadera, manteniendo en los años cincuenta entre el 8 y el 10% de la población de La Palma (hoy entre el 2 o el 3%). De aquí salían los barcos cargados de alimentos (cabotaje) hacia Las Palmas de Pepe Monagas (papas, queso, ganado, carbón, vacas -el Sancho, la Evelia-). De aquí se llevaron semillas de tagasastes para Australia y Nueva Zelanda, donde hoy cultivan miles de hectáreas, mientras aquí solo hay tierras balutas. Sólo queda como tierra cultivada la zona de las Tricias, con esmerados cultivos de vid, mientras el resto de Garafía es la referencia de un modelo que ha empobrecido el medio rural, en el que importamos todo, no defendemos la producción local, y hemos creado una cultura del espejismo urbano, generando la huida del campo.

Garafía ha pasado de más de veinte colegios a menos de media docena; de la mayor feria ganadera de Canarias, San Antonio, a una docena de vacunos. La Garafía sin carretera, sin luz ni agua, que pagaba los quintos a la administración en la década de los 50 a la Garafía con varias galerías de agua, con mejoras significativas en las comunicaciones, pero sin estímulos económicos ni culturales, ni garantías de precios para los productores de la tierra, importando hasta el trigo para un potaje tradicional.

Otra Garafía es posible y otras islas son básicas para sembrar solidaridad y riqueza mejor distribuidas en Canarias: inversiones en el medio rural, garantía de precios a los productores locales, escuela que dignifique el trabajo en el campo. Gran parte de los recursos sociales hemos de ponerlos en los surcos, en las tierras balutas. Otra Garafía es posible con planteamientos por parte de las administraciones que dignifiquen la vida en el medio rural.

Curiosamente, han sido personas venidas de fuera, de procedencias centroeuropeas, que aquí vemos como marginados, las que han dignificado el paisaje rural y agrario de Garafía. Es el ejemplo de Buracas, donde esta población significa ya la mitad de los niños del pueblo, y son los que han contribuido en mayor medida al relevo generacional del campo garafiano, contribuyendo en el impulso del mercado del agricultor. También Puntagorda ha ganado población de esta manera. Otra Garafía es posible con garafianos "contaminados" por un modelo más solidario social y ambiental. Ello requiere un cambio en la política y la cultura en Canarias hacia un modelo más solidario y sostenible. Hay razones para abrir nuevos surcos, nuevas ilusiones en el campo canario. Garafía es una de las parcelas con más posibilidades; puede y debe salir de la Canarias insolidaria y marginal.

Santa Brígida no es más rica que Garafía; necesitamos una sociedad más solidaria y más justa también con los campesinos.

El mundo rural tiene que revalorizarse económica y socialmente para que esta tierra sea más sostenible y autosuficiente.