Cosoberanía o soberanía compartida son términos que aparecen en el debate político actual por parte de aquellos territorios denominados "históricos" ante la posibilidad de una reforma constitucional auspiciada por el PSOE y PP.

El Partido Nacionalista Canario (PNC) no es ajeno a esta cuestión, ya que antes de que el Plan Ibarretxe fuera rechazado por el Congreso en 2005, ya desde 1999 y hasta la fecha tiene en sus textos político-ideológicos planteada una cosoberanía para nuestra tierra, y ante lo que pueda acontecer y como propuesta inmediata a tener en cuenta, si hay que decir que Canarias es un territorio histórico tanto o más que Euskadi, Cataluña o Galicia, y que, además, lleva implícito el estigma de la colonización a la cual fue sometida el Archipiélago durante el siglo XV.

El Estatuto de Canarias que ha entrado en el Congreso una vez superado el plazo de las enmiendas contempla competencias que desde tiempo han sido demandadas, pero, existiendo la duda de que se apruebe o no, el texto no culmina las exigencias políticas de un territorio tan sensible como el nuestro. De ahí puede derivarse que el estatuto quede inconcluso en lo referente a cómo será la situación de Canarias dentro del marco territorial del Estado y que se sitúe muy por debajo de lo que consigan los territorios antes mencionados.

Paralelamente a esta cuestión del Estatuto se ha conformado en el Congreso una comisión que durante seis meses va a debatir, entre otros asuntos, un nuevo mapa territorial del Estado. Comisión integrada por los diferentes partidos, aunque de momento han decidido no participar PNV, ERC y Podemos. Y en el grupo mixto hay dos representantes del nacionalismo canario, Ana Oramas de CC-PNC y Pedro Quevedo de NC. Grupo mixto que tendrá voz pero no voto, y a pesar de ello es el momento político de reafirmar en el seno de dicha comisión propuestas que no sean menos que las "históricas", las que en sus estatutos próximos a elaborar enfatizan reformas tendentes hacia una cosoborenaia con el Estado español. Aunque sin votos, el nacionalismo canario debe ser oído como inicio de un nuevo contrato político que conduzca también hacia una cosoberanía para Canarias.

Comprendemos la dificultad que encierran propuestas de este calado: primero, si no se está en el convencimiento de pelearlas y asumirlas, y segundo porque desde la institución parlamentaria los votos pueden más que las voces. Pero hay que empezar.

Y con la prontitud necesaria para que el nacionalismo canario no se quede descolgado de esa reforma constitucional a la que quieren darle prisa, donde aparecerán conceptos tales como federalismo asimétrico, cosoberaníaa o soberanía compartida, por lo que es necesario un acercamiento entre CC-PNC y NC que tenga como nexo la cuestión territorial. O creemos en la posibilidad de obtener lo que debe ser una exigencia fundamental o la historia nos pasará por encima, quedándonos como meros convidados de piedra.

Revisemos y con máxima diligencia el posicionamiento ideológico del nacionalismo canario, reafirmar nuestra condición cultural, política y geográfica que nos define como nación y no cesar en el empeño de transitar en una cosoberanía para Canarias. Para lo cual tendremos que diseñar el camino a seguir, sin ambages ni trampas, con la claridad de un pueblo que está en latencia y a expensas de que los que militamos en el nacionalismo les convenzamos de que es la mejor solución política para nuestra tierra.

Estamos a tiempo de alentar la concienciación de nuestra gente, para, llegado el momento, consultarle y llegar a un pacto con el estado de "redistribución de la soberanía" en un espacio que defendemos que es la construcción de un Estado confederal.

De ahí que sea perentorio la convocatoria de la Primera Convención Nacionalista que ponga a punto las ideas y estrategias necesarias, asumiendo la política nacionalista con mayúsculas. Sin temor y con audacia.

*Vicepresidente nacional del PNC