Todos tenemos en nuestro entorno ese tipo de personas que les cuesta sacar la cartera a la hora de pagar. Es como si no se enteraran de que la cuenta ha llegado y que es hora de apoquinar los eurillos. Se levantan, van al baño, hacen una llamada telefónica o directamente siguen hablando como si aquello no estuviera sucediendo; pero, créanme, se enteran de absolutamente todo mientras fingen mil diligencias con el propósito de que algún otro pague. Y no tienen que ser fastuosos encuentros, porque esos colegas hacen realmente su agosto entre café y café. El tacaño no es una persona que atraviese un calvario económico, nos encontramos con ilustres fortunas que se han edificado sobre los cortados que racanearon a sus amigos a lo largo de su egoísta existencia. Y esos momentos a todos nos ponen de los nervios.

Con algunos yo pago por no alargar la escena, cosa que tras su dilatada experiencia es exactamente lo que desean. Son verdaderos artistas del ahorro sin librea ni depósito, únicamente siendo caraduras del disimulo. El momento de marras resulta siempre desagradable y cada entorno sabe perfectamente de quién hablamos. Pero a estos reyes del "yo no tengo suelto", que es otra vieja táctica, deberíamos violentarlos en alguna ocasión para que entiendan que los tenemos calados. Si vivieran en el lejano oeste, y en vez de sacar la cartera tuvieran que sacar la pistola de la cartuchera, todos estos tacaños estarían muertos. Y algunos bien muertos.

@JC_Alberto