Más vale tarde que nunca, señala el refranero español. Sin embargo, aún se está en esa fase en la cual se queda bien sin arriesgar nada. Porque admitir que la terminal del aeropuerto Reina Sofía no reúne las condiciones necesarias, para el tráfico de pasajeros que registra dicho aeródromo, está bien, pero es insuficiente. Primero, porque es una reivindicación que vienen realizando, desde hace bastante años, los ayuntamientos del Sur de Tenerife, los empresarios de esta comarca de la Isla y la patronal provincial de la construcción, entre otros. En segundo lugar, porque ya se sabe el peso que tiene una proposición no de ley en el Parlamento de Canarias. Más bien nulo. Por eso, una vez reconocido el problema, lo que tiene que hacer el vicepresidente y consejero de Obras Públicas del Gobierno de Canarias, Pablo Rodríguez, es reclamar al Ministerio de Fomento que invierta el dinero que sea preciso para adaptar la citada infraestructura al número de pasajeros que soporta. Sin pausa. Esta semana mejor que la próxima, pues corre el peligro de que se llene de telarañas esperando su ampliación. Es una demanda justa, sobre todo teniendo en cuenta que es uno de los aeropuertos que genera más recursos a AENA. Lo inteligente es cuidarlo. Por otro lado, sería un error que la terminal del Reina Sofía se deje a un lado mientras se mejoran edificios similares en el resto de las islas. El de Gando, sin ir más lejos. ¿Tiene algo que ver la partida de nacimiento del consejero?

Aprovechando la visita al Ministerio de Fomento, Pablo Rodríguez debería explicarle al titular de ese departamento los problemas que tienen los tinerfeños para trasladarse de un lugar a otro de la Isla. El tiempo que pierden en las colas, tanto en el Norte como en el Sur de Tenerife, por no tener unas carreteras adaptadas al tráfico que soportan. Eso influye en la salud, en el trabajo y, en definitiva, en la calidad de vida de un gran número de personas que se ven obligadas a iniciar su jornada muy temprano, muchas veces para nada, ya que después dedican hora y media o dos horas en lo que solo precisa treinta o sesenta minutos. Quizás el ministro encuentre una solución, pues el consejero de Obras Públicas está más preocupado de finalizar la cuarta fase de la circunvalación de Las Palmas y la carretera de La Aldea que de acabar el anillo insular de Tenerife. Basta comparar el empeño que pone en una isla y otra. Cierto es que allí se juega los garbanzos y aquí no, aunque el sueldo se lo paguen todos los canarios.

Las declaraciones del concejal de Servicios Públicos de Santa Cruz, Dámaso Arteaga, sobre el estado actual de la capital, en cuanto a limpieza, han suscitado bastante polémica. Bienvenida sea si sirve para algo. Ahora lo que se debe hacer es adoptar medidas para que la ciudad mejore en esta materia. Lo primero, concienciar a los vecinos de que no es una cuestión que afecte solo al ayuntamiento o a su equipo de gobierno, sino a todos los que residen en ella y la visitan. No se trata solo de limpiar más, sino también de ensuciar menos. Y, sobre todo, de sentirse orgullosos de vivir en Santa Cruz.