Este fin de semana estuve escuchando a una amiga absolutamente abatida. Estaba cansada de dedicar a su pareja mil desvelos mientras él con ella no tenía un detalle. Y no me hablaba del mundo material, sino de la vida emocional. Él era alegre, dicharachero y de buen rollito en público e incluso en privado, pero ella me contaba que no podía esperar nada de él porque siempre que lo hacía acababa defraudada. Y este caso que no es nada aislado me invita a preguntarme si debemos esperar algo de los demás o no. Es intrínsecamente humano esperar reciprocidad, cosa bien distinta es no recibirla. La norma nos dice que las personas tienden a dar lo que reciben salvo excepciones, y aquí es donde entra todo el mundo de la inteligencia emocional, que es ya considerada como el eje fundamental en cualquier relación que vayamos a tener a lo largo de nuestra vida.

Ahora, los habrá egoístas siempre. Si existe una inteligencia emocional debemos entender que hay individuos que no son tan inteligentes cómo quisiéramos. Hoy ya conocemos términos como la empatía que reflejan una serie de actitudes que son una virtud. Lo que está meridianamente claro es que si alguien nos hace mal lo debemos sacar de nuestro día a día. Si una persona te roba la energía y no está en tu onda emocional, sácala de tu círculo más cercano y resérvale una posición un escalón más abajo. Si lo consigues situar allí, con los segundones, es posible que no te decepcione; y si no, tampoco te preocupes porque existen otras mil maneras de vivir en paz.

@JC_Alberto