Dentro de nuestros programas de estudios, sobre la maestría en calidad turística ambiental y la promoción de la paz, tenía que ser preferente, por fuerza mayor, la búsqueda de la excelencia en el concepto de la calidad de vida, en lo cual entra necesariamente el arreglo del territorio y el desarrollo sostenible en todo el espectro de su amplio contenido. Nada más importante, entonces, que algunos de los frecuentes comentarios periodísticos que hiciéramos durante los memorables años que duraran esos brillantes estudios, como es el caso referido a algunos lugares de América, donde en estos pasados años, la transformación de su entorno ha llegado a las más altas cotas.

Muchas son las vueltas que ha dado el mundo, por lo que es difícil identificar ciudades y paisajes donde arbitrariamente han intervenido personajes sin otros conocimientos que sus títulos "académicos", pero sin ninguna preparación en las ciencias humanísticas necesarias para dirigir el complicado entramado del desarrollo socio-económico que provoca el turismo mundial.

En estas lides, nos encontramos de frente hace solo pocos años, con la irreconocible ciudad balneario de Chile, Villa del Mar. Irreconocible para quienes en el año 1974 tuvimos la suerte de visitar aquella hermosa población que se anonadaba en las riberas del Estero Marga-Marga, con su mítica Quinta Vergara, su incipiente festival de la canción, su espectacular tradicional casino y todo un ambiente turístico lleno de la mística de sus caballos tirando de las "victorias" y sus "lolas" recorriendo sus bien cuidadas calles. El Hotel Miramar era un encanto al borde mismo del mar desde donde veíamos sus concurridas playas y disfrutábamos del típico "canelazo" chileno compuesto con el inigualable pisco?

Hoy Viña del Mar es un ejemplo de un desarrollo turístico que hay que tener en cuenta. Sus grandes hoteles están situados en las mismas playas, algunos sobre el mar, un panorama que nos recuerda el lujoso restaurante de Lima, La Rosa Náutica, a donde se llega por una pasarela situada sobre las olas del mismísimo Océano Pacífico, algo inaudito si tomamos en cuenta la disparatada Ley de Costas española -que no sabemos quién se la inventó- hoy afortunadamente al parecer en revisión por el Gobierno español, según hemos conocido últimamente.

En unas lejanas fechas que sirven de soporte a este artículo de opinión, comentábamos en la FITUR, con destacados profesionales experimentados del turismo español, el tema de la sostenibilidad, lo que nos llevó al escenario creado en la publicación digital de Lluis Mesalles, nuestroturismo.com, donde el eminente tratadista turístico Jesús Felipe Gallego comenta el fiasco que ha sido la Cumbre de Río de Janeiro -junio1992- sobre el desarrollo sostenible, donde sus conclusiones comienzan con una declaración de principios que dice así: "Nosotros, los jefes de estado y de gobiernos y representantes de alto nivel, reunidos en Río de Janeiro, Brasil los días 20 al 22 de Junio de 2012, con la plena participación de la sociedad civil, renovamos nuestro compromiso con el desarrollo sostenible para garantizar la promoción económica y ambiental, y el futuro social y ambientalmente sostenible en nuestro planeta, para las generaciones presentes y futuras".

"Por lo tanto, reconocemos la necesidad de integrar más el desarrollo sostenible en todos los niveles de concentración de los aspectos sociales y económicos del medio ambiente, reconociendo su interrelación con el fin de lograr su desarrollo sostenible en todas sus dimensiones".

Luego de transcribir estas sesudas consideraciones, se pregunta Jesús Felipe Gallego algo que nosotros tenemos siempre en mente y que hemos reiterado hasta la saciedad en nuestros artículos y reportajes de prensa: ¿Sabemos realmente cual es el significado de la sostenibilidad o del desarrollo sostenible? Añadimos: ¿Sabemos lo que quiere decir desarrollo turístico sostenible?

Lo habíamos tratado en nuestros anteriores artículos y ahora lo reiteramos: en la Carta de Lanzarote (Canarias 1995), producida por los asistentes a la Conferencia Mundial del Turismo Sostenible, se indica que "siendo el turismo un potente instrumento de desarrollo, puede y debe participar activamente en la estrategia del desarrollo sostenible con una buena gestión que garantice la sostenibilidad de los recursos identificativos de los respectivos lugares, ampliando esta definición del desarrollo turístico sostenible y concretándolo en "aquellas actividades turísticas respetuosas con el medio ambiente natural, cultural y social de los valores de su comunidad que permiten disfrutar de un positivo intercambio de experiencias entre residentes y visitantes, donde la relación entre el turista y la comunidad es justa, y los beneficios de la actividad es repartido de forma equitativa, y donde los visitantes tienen una actitud verdaderamente participativa en sus experiencias del viaje."

Renovarse y adecuarse a los tiempos no puede ser destruir lo que era el valor turístico mas importante de los antiguos destinos tradicionales que, como decimos, son su "señas de identidad", maltratadas y desvirtuadas, por aquello de la "innovación", por dirigentes políticos carente del conocimiento y la sensibilidad necesaria para saber valorar el movimiento cultural que está movilizándose en el medio socio-económico del turismo moderno, donde la historia, la cultura y todo ese ancestro, forman una muy importante parte de la motivación del viaje. Hasta aquí otro punto de reflexión, que nos recuerda tiempos de sacrificio, ilusión y de esperanzas, frustrados precisamente por el triste y desolador sistema político imperante, donde la justicia, la razón, la comprensión y el entendimiento, están brillando por su ausencia, por no nombrar el conocimiento.

*Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo (OMT)