La palabra "oposición" tiene una gran cantidad de sinónimos: contrariedad, implicación, resistencia, impugnación, discusión, antinomia, antagonismo, antítesis? No obstante, la mayoría de las veces empleamos esta palabra por motivos relacionados con la política, refiriéndonos al segundo partido más votado -los ingleses la denominan la "Muy Leal Oposición", con todas las connotaciones que ese título implica-. Su labor resulta obvia: al no obtener la mayoría en los comicios que dirimieron su "statu quo" deberá aprovechar cualquier ocasión para socavar las bases de sus contendientes, sin importarles en muchos casos la certeza de los argumentos que emplean para la mencionada labor. Tengo la impresión -por no decir la convicción- de que cada mañana los jefes de prensa de cada partido -incluso del que gobierna- examinan con lupa todos los diarios que sus secretarias ponen en sus manos con el exclusivo propósito de buscar noticias que dañen a la oposición. Y es cierto que resulta muy fácil encontrarlas. La limpieza de las ciudades es deficiente; el asfaltado de muchas vías no reúne las condiciones necesarias; la circulación de vehículos es caótica en algunas carreteras; el césped de muchos campos de fútbol clama por su sustitución; el alumbrado y el mobiliario público parecen tercermundistas? No importa el motivo de la queja: lo que importa es quejarse.

Luego viene la segunda parte. Puede ser que la queja, la "oposición" a algo, encuentre eco en los medios -en las redes sociales, como hoy día se dice-, con lo cual el campo ya está abonado para exprimir al máximo el filón que al opositor se le presenta. Los tertulianos habituales en las radios y televisiones se apresurarán a ofrecer sus puntos de vista -a menudo sin tener p? idea del asunto en cuestión-, los periódicos también colaborarán permitiendo la publicación de cartas al director y, por último, los jubilados y desempleados que ocupan su tiempo libre en bares y cafeterías comentarán entre sí las interpretaciones de los demás. En el fondo, si lo miramos con objetividad, la crítica, el inconformismo -respetando, por supuesto, las leyes-, el intercambio de ideas, es necesario para el mantenimiento de la democracia, si bien algunas propuestas de la oposición resultan absurdas; no hay por donde cogerlas, pues van más allá de lo que el sentido común permite.

Por eso -ya llegué, al fin, al motivo que me ha llevado a escribir este artículo- me ha extrañado sobremanera que los llamados partidos antisistema no hayan protestado ni dicho nada en contra del acuerdo tomado por el Cabildo tinerfeño, que con el Obispado de la diócesis nivariense van a invertir 258.698 euros en la restauración y conservación de bienes muebles de titularidad eclesiástica. Soy sincero si digo que al leer la noticia me imaginé las ya sabidas y conocidas protestas de los antirreligiosos -vivimos en un estado laico; estas medidas suscitan desigualdad con otras religiones; que esas restauraciones las paguen los católicos?-, pero para mi sorpresa, ya lo he dicho antes, no he leído nada al respecto.

De entrada pensé que ya tenía tema para un próximo artículo, en el que esgrimiría las razones que ha expuesto la consejera Mesa -es necesario cuidar y poner en valor un patrimonio que es de todos-, la conveniencia de ofrecer a nuestros visitantes muestras de nuestro acervo cultural, la importancia de mantener las tradiciones -que son en definitiva las que nos definen como pueblo diferenciado-, la responsabilidad que tenemos ante las generaciones futuras.., mas nada de esto va a ser posible. Mi gozo en un pozo: no ha habido protestas, no ha habido oposición, no se han producido tertulias "ad hoc?".

¿Será que estamos mejorando?