Parece que el auge gastronómico también ha llegado al Japón. A pesar de que la noticia pudiera parecer falsa, internet ha dado cuenta estos días de la apertura de un local dedicado al canibalismo, es decir, a degustar la sabrosa carne humana. Pero lo sorprendente es que no es la viva, que es donde todos coincidimos que nos comeríamos a más de un congénere, sino la muerta. Me pregunto si los experimentados chefs nos ofrecerán algunos dedos de anciano perfectamente salpimentados como entremés o se decantarán por alguna oreja sazonada de diabético, como yo. Parece que la donación de cuerpos se hace en vida y a cambio se recibe un dinero. La pasta también la podría recibir la familia tras la muerte de un niño, que creo que es lo que mejor se paga. En eso coinciden con Occidente: cuanto más fresca la carne, mejor y más cara.

Me imagino esta Navidad a un suculento niño gordinflón, servido en una bandeja de plata con una manzana en la boca y dispuesto a ser trinchado como un pavo por alguna acaudalada familia. Porque estos menús son muy exquisitos, llegando a rondar el más barato los 1.200 euros por barba. Pero ¿y los gastrónomos? ¿Serán tan culichiches como aquí? ¿Se morirán por ser invitados a paladear unos sabrosones testículos de butanero con una pizca de wasabi? ¿Preferirá alguno unas buenas nalgas en plan "tepanyaki"? Me moriría por verlo. Ay, cómo está internet, dando ideas cual fuente inagotable para nuestra siniestra imaginación. Por cierto, ¿a que ustedes ya se han imaginado a algún gastrónomo dándose ese manjar? Yo también.

@JC_Alberto