La venta en los comercios repunta y el auge de la actividad empresarial y el alza de la facturación y de los beneficios a lo largo de este año se ha traducido en un espectacular incremento de la recaudación por el Impuesto de Sociedades. Entre enero y agosto de este año, la Agencia Tributaria ha recaudado en Canarias 236,5 millones de euros en concepto de este tributo, lo que supone un alza del 62,3% respecto al año anterior. En términos absolutos, el aumento de la recaudación es de casi 20 millones de euros en ocho meses.

El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), que tributan los profesionales autónomos además de los ciudadanos, también mejoró su recaudación. Los ingresos aumentaron un 15%, hasta los 1.170 millones de euros. La recaudación por los impuestos del bloque REF también han aumentado y Impuesto General Indirecto Canario bate sus propias marcas por encima de los 1.600 millones. La venta de coches aumentó en octubre un 23% y en comparación con el año pasado ha crecido más de un 12%.

Con todos esos datos en una mano y los informes sobre la pobreza en Canarias, ¿cómo se le queda a uno el cuerpo? Pues extraño. Porque una de dos, o las estadísticas sobre consumo son más falsas que Judas o los informes sobre la exclusión social en nuestras islas no valen ni los papeles en los que están escritos.

Canarias se mueve en un extraño surrealismo donde se superponen dos realidades contradictorias. No se puede ser pobre de solemnidad y acomodado al mismo tiempo. La respuesta de que en nuestras islas tiene una importante presencia una economía sumergida, que vuela bajo el radar, tampoco sirve, porque esa actividad ni cotiza a hacienda ni paga impuestos y sólo sale en la foto a efectos del aumento del consumo.

La fuerza motriz de nuestro sistema productivo, que es el turismo, sigue engordando en una burbuja que se expande sin aparente final. Y a su sombra crece también el comercio y el precio de la vivienda, que este año ha crecido un 4,5%. Todos los síntomas de la economía privada no hacen más que gritar que estamos en plena aceleración y los presupuestos públicos para 2018 van a ser otro chute en la economía de las Islas.

¿Por qué, entonces, seguimos ocupando los peores lugares en todos los indicadores negativos del Estado en materia de salarios, de paro o de exclusión social? Es posible que la riqueza esté muy mal repartida. Pero los indicadores de consumo no mienten y recogen básicamente el gasto de las clases medias, que, como puede observarse, ha aumentado espectacularmente. En esta época de balance, responder a las contradicciones entre nuestra economía y nuestra sociedad se vuelve imposible. Canarias, por lo visto, es una tierra de pobres que gastan como ricos.