Cuando se habla de escopetas, malo para los conejos. El gran debate sobre la financiación autonómica, que corre en paralelo al del Régimen Económico y Fiscal canario, puede acabar muy mal para las Islas. Porque son los territorios pobres los que pueden salir peor librados de la ola de egoísmo que recorre el torrente autonómico español.

La crisis política de Cataluña y la polémica alianza del PP con los votos del Partido Nacionalista Vasco han levantado un clamor en muchas comunidades autónomas, que están por armonizar la fiscalidad en todo el Estado para nivelar el esfuerzo tributario de los ciudadanos y redistribuir los recursos de acuerdo a criterios poblacionales. Y esa ola coincide con los intereses del centro derecha, que quiere acabar con los reinos de taifas y un gobierno central fuerte.

Entre pitos y flautas, Canarias recibe más de cuatro mil millones cada año por diferentes conceptos. Unos referidos a su fiscalidad propia -impuestos que se recaudan aquí y se quedan aquí- y otros provenientes de ayudas especiales para que los costos de la vida en las Islas sean similares a los del continente (por ejemplo, el costo de la energía o los transportes). Y además las transferencias de los servicios públicos del Estado. Todo ese entramado se puede ir al carajo si los políticos peninsulares confunden las compensaciones al hecho insular con una especie de privilegio singular.

La base de la sociedad que hemos creado se basa en la progresividad del sistema fiscal. Los que ganan más pagan más para sostener los servicios públicos de los que disfrutan todos los ciudadanos, con independencia de lo que aportan al sistema. A nivel territorial funcionan similares criterios de solidaridad. Existe un trasvase de rentas de los territorios que más producen hacia los que se encuentran en una peor situación de riqueza. Lo que se persigue, a nivel social y territorial, es crear cohesión social: o sea, que todos los ciudadanos, con independencia de donde vivan, accedan a los mismos estándares de calidad de vida y servicios públicos.

Pero eso es falso. En realidad, hay zonas de España donde se vive mejor que en otras. Hay lugares donde se tiene mejor sanidad o educación. Y ese ha sido el gran fracaso de quienes vendieron la idea de un Estado capaz de asegurar la solidaridad entre los territorios.

Bajo la sombra de ese fracaso, hay comunidades insurgentes que quieren hacer tabla rasa de lo que consideran "privilegios" fiscales de territorios que se quedan con gran parte de lo que producen y no lo aportan al saco común. Ese saco es un cajón de sastre de distintos fondos que se han manejado muchas veces con criterios de clientelismo político por el Gobierno de turno. Canarias es de las comunidades más pobres y además una mantenida. Solo faltaría que a algún tolete se le ocurra confundir la supervivencia con los privilegios y nos pasen la lijadora.