Atendiendo a lo manifestado, con inusitadas alegrías, por el presidente del Gobierno canario y por el del Cabildo tinerfeño en una reunión de trabajo, parece que, por fin, en el año 2021 se terminará con la desorganización imperante en materia de carreteras que tanto mal ha diseminado por toda la isla de Tenerife, revelando una inutilidad generalizada en este ámbito, acoplada familiar y perfectamente desde muchos años atrás (demasiados responsables directos de los que deberían conocerse nombres y apellidos) en estas dos administraciones incapaces de solucionar un problema gravísimo que afecta a cientos de miles de ciudadanos y a los que, sencillamente, se les ha ignorado, vilipendiado, insultado y despreciado, por utilizar sólo cuatro calificativos que han marcado, y lo siguen haciendo, la vida de unos pobres desdichados que cada día tienen que enfrentarse a una situación a priori normalita como es la de subirse a su coche (con los impuestos pagados) e incorporarse a cualquier carretera. Decimos bien: a cualquier carretera, porque en Tenerife circular por las vías que transcurren por todo el territorio (ya no se trata únicamente del dichoso anillo insular) se ha convertido en un auténtico infierno instalado en los cuatro puntos cardinales. Años y años asistiendo a una dejadez política intolerable que involucra a distintos presidentes de nuestra Comunidad y a otros tantos insulares, sobre todo a quienes han tenido la obligación de enfrentarse a una gestión exhaustiva en Tenerife.

Parece ser, y esto no se dijo en la citada reunión (nadie se atrevió a mencionar nada por aquello de las negligencias compartidas), que el origen de la historia de este desaguisado habría que buscarlo en el submundo de las competencias, porque es aquí, y sólo aquí, donde se diluyen todas las responsabilidades que se traten de investigar. Es más que probable que lleguen hasta la Transición. Más allá no se aventurarán porque aparecerá el nombre de don José Miguel Galván Bello, presidente inolvidable del Cabildo tinerfeño, quien tuvo que enfrentarse a los terratenientes del Norte tinerfeño para poder acometer la autopista del Sur? con dinero de la Institución. Madrid, como siempre, no soltaba un duro para Canarias. En el horizonte cercano estaba el aeropuerto Reina Sofía y peligraban, entonces, los dineros del Puerto de la Cruz. Mentes así no fluyen hoy en Tenerife y sí en el resto del Archipiélago. ¿Por qué será?

Las discusiones soterradas de a quiénes corresponden las competencias en carreteras no han conducido a otro escenario sino al actual, es decir, al desastre. Que estos prebostes de la política actual se reúnan y transmitan, entre otras cosas, que se va a adecuar ¡el proyecto! (las exclamaciones son nuestras) para la finalización de las obras del anillo insular entre El Tanque y Santiago del Teide resulta francamente insultante para el pueblo. Después de los millones de euros que ha costado el diseño, ahora surge un nuevo gasto de 332.000 euros para la construcción del citado tramo. ¿Es que el primer plan estaba mal redactado? ¿Han tenido que pasar todos estos años para advertir esta anomalía? Pero la falta de respeto al ciudadano, además de lo apuntado más arriba, llegó al cenit al declarar que todas las obras, financiadas por ambas administraciones, concluirán en el 2021, esto es, dentro de cuatro años. ¿Queda algún ingenuo que se crea esta patraña? Es más saludable pensar que estos políticos viven en la farándula heredada. Las prioritarias obras anunciadas que afectan a toda la isla son: autopista del Norte, Guamasa-Las Chumberas, Icod de los Vinos-Los Realejos, Anillo Insular, Fasnia, Vilaflor, Arona, Adeje, Guía de Isora, Santiago del Teide, Granadilla, San Miguel, Las Chafiras, San Isidro-Playa de las Américas, Los Cristianos? Como se verá, el caos es completo, porque si hablamos también de circular (de tratar de circular) o de aparcar por Santa Cruz de Tenerife o La Laguna, entramos de lleno en un asunto estrepitoso.

Se han producido, pues, colisiones entre administraciones ocupadas por ilustres ineptos que, en teoría, eran los encargados de llevar a cabo las actuaciones en la red arterial y ¡del mantenimiento! absolutamente abandonado, que ha dado lugar a espectáculos de chapuzas como son los parcheos y reparcheos. Desde luego, alguien en Tenerife se ha forrado con el piche. Las duplicidades que se han originado con las competencias, repetimos, han tenido mucho que ver en que el desbarajuste que sufren los conductores se afiance como algo normal en nuestras carreteras. Nos hemos permitido la licencia de utilizar "nuestras" porque, inocentemente, hemos arribado en el escenario vial del 2021. De aquí a allá, seguramente no estarán los mismos políticos que hoy han jugado a ser más que atrevidos.