Recuerdo una conversación con un comercial de una de esas compañías que ofrecían a sus inversores rentabilidades muy por encima de las que pagaba el mercado, con garantía de capital y sin riesgo. Inversiones que, según me comentaba, estaban respaldadas por sellos. Preguntado cómo eran capaces de hacerlo, de logar algo que aparentemente nadie en el mercado era capaz de conseguir, nunca pudo construir una explicación mínimamente coherente desde el punto de vista financiero.

A conocido físico se le atribuye una frase que rezuma sentido común: "Nunca sabes lo suficiente de algo hasta que se lo expliques a tu abuela y esta sea capaz de entenderlo". Se supone que hablaba sobre una compleja teoría científica, lo que le da aún más fuerza a la sentencia.

A lo largo de la historia hemos visto distintas burbujas para un amplio abanico de activos. Desde los bulbos de tulipanes cientos de años atrás, a episodios más recientes que todos podemos recordar como la burbuja de las puntocom o la inmobiliaria. Y todas ellas tienen en común esos tres elementos: nadie sabe muy bien cómo, nadie es capaz de explicar por qué, pero todos quieren apuntarse a las espectaculares rentabilidades que creen se está perdiendo.

De un tiempo a esta parte, las consultas sobre cómo invertir en bitcoin se han disparado. Nadie te pregunta qué es, qué la respalda, qué le da su valor más allá de su precio. Una inmensa mayoría no sabe qué es eso del "blockchain" ni quiere saberlo. En realidad, tampoco es que les interese mucho tu opinión: ya han tomado una decisión. Quieren desesperadamente subirse al carro de las espectaculares rentabilidades que ofrece algo que no saben muy bien qué es pero que no para de subir.

Es normal que un activo que acumula una rentabilidad del 1.500 % en lo que llevamos de año levante cierta expectación. Pero no debemos perder de vista de qué estamos hablando. Invertir no es jugar, no es apostar a ver si sale rojo o negro. Es normal que esa expectación derive en cierta popularización, y es cierto que la tecnología permite un rápido y barato acceso a un enorme abanico de inversiones financieras.

Pero la inversión requiere de una información previa que nos permita configurar una idea informada sobre el activo en el que vamos a invertir. No tiene sentido que inversores que desprecian comprar acciones de Inditex aduciendo que la renta variable es arriesgada muestren interés por el bitcoin o por cualquier otra entre las 1.300 criptomonedas existentes.

En pocas fechas se podrá negociar futuros sobre el bitcoin. Parece ser que alguna gestora europea está tratando de lanzar un ETF que replique el comportamiento de una cesta de criptomonedas. Veremos qué sucede.

No sé cuál será la futura evolución de las criptomonedas, ni su fiabilidad, seguridad, tendencia o eventual aceptación general. Pero como profesional de la inversión no puedo más que recomendar prudencia y sentido común e invertir solo en aquello que entienda. La ambición es saludable, la avaricia tóxica.

*EAFI, nº 65 registro CNMV