Los resultados arrojados por las urnas el pasado jueves, con motivo de las elecciones catalanas, son un magnífico argumento para dedicar un tiempo a la reflexión. ¡Qué mejor que estas fechas en las que debe primar el amor a los demás! Después de todo el ruido generado en torno a la posible independencia, la aplicación del artículo 155 de la Constitución y sus múltiples derivadas, lo sucedido hace tres días no debe implicar un retorno al principio, sino un punto y aparte. Partiendo de que la ley tiene que ser cumplida, lo que se necesita ahora, por el bien de todos, catalanes y no catalanes, es diálogo. Mucho diálogo. El espectáculo ya se terminó. Ha llegado el momento de ponerse serios, dejar a un lado los intereses particulares y pensar en el bienestar general de los ciudadanos. Las urnas han hablado y han puesto de manifiesto que existe una evidente fractura social. No sigan incrementándola, sino todo lo contrario. Los recién elegidos deben remangarse y buscar una solución. Primero dentro y después con el resto del Estado. No es justo que en un momento en el que España empieza a retomar el vuelo, el egoísmo de unos pocos ejerza de lastre para que el país no despegue. Y el término país no es un ente extraño, sino que está conformado por millones de personas que a diario se esfuerzan por salir adelante y, sin embargo, no salen de su asombro al comprobar que por culpa de unos pocos la actividad económica se estanca y sus expectativas se ven truncadas. Sin ir más lejos, Canarias, que continúa esperando que se resuelva el conflicto catalán para mejorar su financiación, firmar convenios e, incluso, reformar su Estatuto de Autonomía.

El Gobierno canario presentó, también el jueves, su plan de inversiones en obras de diferentes sectores -Obras Públicas, Empleo, Políticas Sociales y Vivienda, Sanidad, Educación y Turismo- para 2018. Un ambicioso programa que asciende a 715 millones de euros y que, según palabras del propio presidente del Ejecutivo, Fernando Clavijo, pretende dar "un buen empujón" a la actividad pública en esta materia, con el fin de que, a su vez, tenga un "importante impacto" en el mercado de trabajo del Archipiélago. Conocida la cuantía a desembolsar, lo que resta es no dormirse en los laureles a la hora de elaborar y ejecutar proyectos. Además de estar vigilantes para que el dinero no vaya a parar a una sola isla. Tenerife debe tener una participación activa en este plan, pues sus infraestructuras no han avanzado al mismo ritmo que su crecimiento, lo que está impidiendo que se desarrolle a la velocidad que le corresponde. Las razones no solo hay que buscarlas en las inversiones autonómicas, sino en las estatales. Por ejemplo, AENA. El bache en la pista de Los Rodeos es una prueba de que se ha dejado de lado esta isla. De momento no se ha escuchado ninguna voz solicitando explicaciones.

Tiempo de amor y de paz con los más cercanos y, sobre todo, con los que más lo necesitan. Entre otros, esos inmigrantes que desde esta semana viven en un limbo legal. No son deportables, pero tampoco integrables. No tienen permiso de trabajo y no pueden adoptar la residencia. Tampoco tienen recursos. Un situación complicada que no debe pasar desapercibida y a la que urge buscar una solución.