Llega el final de año? Repasamos todo lo ocurrido; encontramos cosas buenas y otras que no lo fueron tanto, pero que al fin y al cabo han hecho que estemos aquí. Repasando nuestro año, sopesando lo bueno y lo malo, pensando en qué cosas debemos cambiar y en qué cosas hemos acertado. Un año más, pero un año especial. Quizás este año hemos aprendido que la vida no es como pensábamos y que debemos de cambiar el modo de verla y de vivirla. Nos preguntamos: ¿podremos?

Cambiar los valores o pensar cómo somos ¿es dejar de ser nosotros? Buen dilema.

Quizás eres idealista, quizás eres optimista, te agarras a cosas con gran fe y gran integridad. Te das cuenta de que el mundo no es así. Sobreviene una crisis? ¿Qué debo cambiar para adaptarme a este mundo? ¿Estaré en un error o iré por el camino correcto?

La vida te enseña cada día, pero es ahora cuando recapitulamos y sopesamos todo aquello vivido. Cerrar un ciclo tiene eso: pensar sobre ello, dejar atrás aquello que no sirve y utilizar lo que sí que nos vale. A veces nos cuesta dejar atrás ciertos valores que creíamos parte de nosotros. Es complicado. Nos enseñaron así y nos agarramos a ellos, pero el paso del tiempo nos va diciendo que quizás errábamos, fuimos demasiado idealistas, y la vida es otra cosa.

La vida da palos, muchos. Decepciones, no sabes cuántas. Pérdidas, muy dolorosas. Puedes estar sin estar, vivir sin sentir, sentir desgarrarte y a la vez llevarte al extremo opuesto, vivir sintiendo al máximo, emocionarte, estando y compartiendo. Tremendo caos.

Entonces, ¿hacia dónde vamos?

Es fin de año, llegan los propósitos o las ilusiones para la nueva época que vamos a vivir. Llenos de ganas de dejar atrás lo malo y reforzar lo bueno. Sabemos qué debemos hacer, lo hemos pensado miles de veces y algunas cosas las hemos conseguido; otras no tanto, pero que no falten la ilusión, las ganas y la motivación.

Realmente es un día más, pero viviendo en una sociedad marcada por los tiempos, llega el momento de cerrar y de abrir. A muchos esta época nos traslada a momentos más intimistas, sobre todo a medida que crecemos. Cuando somos jóvenes jamás se nos ocurriría este pensamiento; estamos más en el presente y en seguir adelante hacia nuestras metas. Grandes sueños, grandes esperanzas. Es una pena. Nos hemos olvidado de lo que éramos y nos volvemos más melancólicos. La vida pasa y observamos que las metas no siempre se logran. Duro aprendizaje. Duro, sobre todo, porque se hace desde el sufrimiento: los acontecimientos evolutivos se acumulan y eso nos va marcando, nos hace más realistas y menos ilusionistas. Queríamos una vida perfecta, y nos damos cuenta de que, desgraciadamente, eso no existe. Bienvenido a la época adulta.

Pero que eso no te desanime. La vida son pequeños instantes, tuyos, solo tuyos. Las emociones son tuyas y los miedos también. El aprendizaje te ha dicho que las cosas no siempre son como querías, y eso desmoraliza. Que no lo haga. Al fin y al cabo, la vida es tuya y no depende del otro, depende de ti. De cómo te sientas tú y de cómo vivas tú. El de al lado tendrá lo suyo, que quizás no tenga que ver con lo tuyo, o sí. Pero ¿qué puedes hacer tú? Pues la respuesta es estar bien tú, solo tú, y desde ahí empezar a caminar. Deja de mirar al de al lado y céntrate en ti mismo: qué necesitas, qué quieres, hacia dónde vas y hacia dónde quieres proyectarte. Ahí. Al estar bien podrás estar mejor con los demás; solo queriéndote a ti mismo podrás emanar esa energía que te hará brillar y ser realmente el protagonista de tu vida. Ese es el secreto, el protagonismo. ¿Cuándo se lo diste al de al lado? Volvemos al error. Ya sea en trabajo, social o emocionalmente, no podemos dar el protagonismo de nuestra vida a quien no lo tiene. Equilibrio, sí. Egoísmo sano, sí. Dejar de ser, no.

Por eso para este 2018 vamos a proponernos volver a ser nosotros. Brillemos, consigamos estar bien a nivel personal para así estarlo a todos los niveles: afectivo, familiar, laboral y social. Cada uno tiene la historia de su vida, mejor o peor, pero la suya. Hemos tomado decisiones, mejores o peores, pero nuestras; pensamos que eran las correctas, y si no lo fueron, ¿por qué seguir en ellas?; si nos hacen sufrir, dejémoslas atrás; pasado el dolor se estará mejor. Se trata de intentar ser felices. Vamos a conseguirlo. No todo tiene que ser perfecto, pero podríamos rozarlo, se puede.

Te prometo que todo parte de estar bien con uno mismo, y ahí volvemos al principio: nuestros valores, inculcados, quizás erróneos o no? Habrá que valorar y adaptar ¿Qué va contigo? Lucha por aquello que te hace bien. No te preocupes si tienes dudas; interiormente sabes perfectamente qué es, sientes el bienestar desde dentro, y si no lo es, sientes la ansiedad y el dolor. No tengas miedo al cambio; es normal, asusta, pero podrás ¿Que es duro? Claro ¿Quién dijo que fuera fácil? Pero ¿sabes lo bien que estarás después? Aquellos que lo han logrado pueden decírtelo, y aquellos que no los verás. ¿Hacia dónde queremos ir? Pues hacia el camino de la felicidad. Te animo a que este 2018 te traiga, con tu esfuerzo, lo propuesto hoy. Cambios hacia el bienestar que tanto llevas buscando, pero recuerda que parte de ti, solo de ti. Escúchate, siéntete y empieza a meditar sobre lo leído. Los cambios empiezan con pequeños detalles; no hay que hacer grandes transformaciones: solo ver las cosas de forma diferente te hace sentirme mejor; haz cosas por ti: ámate, quiérete, mímate y verás que empieza ocurrir ¿Quieres probar?

*Psicóloga y terapeuta

anaortizpsicologa.blogspot.com.es