Se acaba 2017 y comienza un nuevo año. Quizás sea casualidad, pero una de las últimas noticias del mes de diciembre genera cierto grado de esperanza en los canarios. La aprobación, por parte del Consejo de Ministros celebrado el viernes, de una adenda al Convenio de Carreteras suscrito entre el Estado y Canarias, con una inversión de 101 millones de euros, garantiza que sigan ejecutándose determinadas obras en marcha y abre la puerta a futuras actuaciones. Ahora, las Islas deben poner su máximo empeño en 2018, concretar y plasmar todos los proyectos que se han anunciado a lo largo de los últimos 365 días. De forma especial Tenerife, que se ha ido quedando atrás en materia de infraestructuras, unas veces por falta de dinero y otras por no tener elaborados los proyectos. Hay que ponerse manos a la obra y sacar adelante todas esas iniciativas de las que se viene hablando hace mucho tiempo, pero que no acaban de hacerse realidad. Urge cerrar el Anillo Insular de Carreteras, adaptar las dos autopistas que surcan la Isla a los niveles de tráfico que soportan en estos momentos, así como sus diferentes enlaces, con el fin de agilizar la circulación. Mañana se inicia un año en el que deben hacerse realidad todas esas promesas en materia de carreteras escuchadas a los responsables públicos de las distintas administraciones. Ya no valen las excusas. Ni tampoco repetir anuncios. Lo que ahora mismo precisan las islas, y en particular Tenerife, son hechos.

Este mismo propósito se puede aplicar a otros ámbitos, que también necesitan un decidido empujón. La supuesta salida de la crisis no acaba de llegar a todos los habitantes del Archipiélago. Ahí están, sin ir más lejos, los tres indigentes fallecidos en Santa Cruz en la última semana. Unas muertes que deben llevar a reflexionar a todos los habitantes de esta ciudad, pues no se puede culpar solo a las instituciones de lo ocurrido, sino que es responsabilidad de todos. Algo está fallando y no es cuestión de quedarse con los brazos cruzados. Algo similar se podría decir de esos inmigrantes que salieron recientemente del centro de internamiento de extranjeros de Hoya Fría y que viven en un limbo legal. Han pasado casi quince días y se desconoce si se les ha buscado alguna solución, pues no hay que olvidar que carecen de recursos, no tienen permiso de trabajo ni posibilidad de conseguirlo y tampoco pueden ser deportados a su país de origen. Una tesitura complicada.

Gran parte de las expectativas que los españoles tengan puestas en 2018, también los canarios, pasan por que se normalice la situación en Cataluña, pues tal y como se ha verificado en 2017, fundamentalmente en el último semestre, todo gira en torno a aquel conflicto. Aunque el Gobierno presidido por Rajoy confía en aprobar los presupuestos de 2018 en el primer trimestre, no cabe duda de que todo depende de lo que ocurra en las próximas semanas en el Parlamento catalán y cómo evolucionen las relaciones entre el Estado y la citada comunidad. Habrá que confiar en que regrese la cordura.