Porque si crees en ti, no intentas convencer a los demás. Porque si estás contento contigo mismo, no necesitas la aprobación de nadie. Porque si te aceptas, el mundo entero te acepta.

Lao-Tzu

La psicología es la ciencia del comportamiento. La que explica por qué actuamos y pensamos de una u otra manera. Su objetivo es ayudar al ser humano a sentirse bien, consigo mismo y en su entorno. Pudiendo ir mucho más allá y extenderme en la explicación, este no es mi objetivo hoy. Mi propuesta es dejarles unos consejos que, desde la evidencia, pueden ayudarnos a tener una vida mejor.

Todo no está en tu cabeza. Una y otra vez escuchamos esto. Simplificando hasta lo inconcebible, se nos hace pensar que si cambiamos nuestra forma de pensar, todo cambiará. Y no es cierto. Es verdad que la forma como abordemos nuestra vida cambia según nuestra actitud, pero también hay que tener en cuenta otros factores -no solo en tu cabeza- que afectan tu salud mental.

Si estás con gripe, o afectado de una enfermedad más grave, si tienes una situación laboral, económica o familiar difícil, te encontrarás mal. Y lo único que ayuda es entender que esto es así. Y ponerle remedio en la medida de tus posibilidades.

Soledad. Otro de los clásicos de la literatura de autoayuda. Aprende a vivir solo, la felicidad está en tu interior o no necesitas a nadie para sentirte bien son algunas de las frases que se repiten hasta la saciedad.

Una vez más dándonos una visión de todo o nada, en cuanto a algo que afecta a nuestra salud mental. Lo cierto es que somos seres sociales, y pretender lo contrario puede resultar hasta contraproducente.

La soledad es buena cuando la elegimos, nunca cuando es una obligación. Y que seamos más felices, compartiendo con otras personas, no es incompatible con serlo a solas.

Para y escúchate. O hazte caso. A veces ignoramos las señales que nuestro propio cuerpo nos envía. Cansancio, sueño, dolores musculares... pueden ser una clara indicación de que algo debemos cambiar. O al menos parar para observar lo que está ocurriendo.

Ignorar las señales o taparlas con medicamentos sintomatológicos puede ser una muy mala idea. Lo normal es que en un determinado momento no aguantemos más y nos vengamos abajo.

Relájate. Estamos cada vez más ocupados. Socialmente esto de no tener tiempo para nada tiene buena prensa. Pues no te está haciendo nada bien. En primer lugar, porque repetirte que tienes una vida muy ajetreada va a terminar convenciéndote de que es así. Y la primera consecuencia es que, aunque puedas, vas a ir siendo cada vez menos capaz de abordar nuevos retos.

Solo cuando le des el mismo valor a tu descanso que a tu ocupación, estarás cuidándote de verdad.

Equivócate. No temas hacerlo. Es uno de los mejores consejos que he recibido en mi vida. Y la explicación es sencilla. Si no te mueves, es posible que no falles, ¡pero no te moverás! Arriésgate a fallar, aprende a pedir perdón e inténtalo de nuevo. Paradójicamente, a quien más se equivoca, y sigue intentándolo, es a quien más terminamos admirando. Se llama perseverancia y es una de las mayores virtudes que podemos tener.

Pide ayuda. La vas a necesitar. Porque no sabes hacerlo todo, porque te encuentras mal, porque estás pasando una mala racha, porque estás triste...

Déjate ayudar, bien por las personas que te quieren o bien por los profesionales, que sabrán como hacerlo. Es psicología y está aquí para ti.

@LeocadioMartin