Estamos comenzando un año eminentemente preelectoral. Significa que se van a multiplicar promesas, abundarán inauguraciones, los políticos se harán más simpáticos, cercanos y nos marearán con continuas estadísticas de lo bien que lo han hecho. Así se divierten y se entretienen, pero la realidad es la que es, por mucho que la intenten difuminar o relativizar.

Con la crisis económica que hemos padecido, se ha deteriorado de manera significativa el tejido empresarial canario; la productividad se estancó por falta de actividad, como consecuencia de la disminución de la demanda social, así como por el endeudamiento de las administraciones públicas. Ahora experimentamos una etapa de recuperación, moderada, pero ya constante en el tiempo, por lo que podemos hablar de un periodo de estabilización. Es un momento crítico. Muchas empresas desaparecieron arrastradas por la burbuja financiera; las que han sobrevivido, a base de muchos sacrificios, mantienen una estructura todavía debilitada, con necesidad de atención y querencia por parte de las administraciones.

A grandes rasgos, en Canarias coexisten tres clases de empresas: las locales, cuyos beneficios se reinvierten totalmente en nuestra tierra, con capacidad técnica, humana y profesional para ejecutar cualquier tipo de obra pública o privada que sea necesaria; después tenemos a las empresas nacionales: unas, que llevan establecidas muchos años aquí y que tienen un compromiso estable con el progreso insular y que lo demuestran con su participación activa en la patronal de la construcción, Fepeco, y otras, que van por libre, arrogantes, con un insoportable complejo de superioridad, que se llevan los rendimientos fuera, tienen poco personal propio y quieren acaparar el máximo de obra pública de una manera insaciable. Hemos estado luchando denodadamente para conseguir una recuperación estable de las empresas de la construcción. No parece de recibo que, ante las próximas licitaciones de obras de infraestructuras, carreteras sobre todo, sean adjudicadas a empresas sin afecto reconocido y demostrado a nuestras islas. Y si se tienen que hacer UTE, unión temporal de empresas, que sean con unas condiciones dignas y respetables para las empresas locales. Lo que sería inaceptable es que el dinero que se ha conseguido para Canarias entre por una puerta y salga por otra y nos quedemos todos con la boca abierta y pasando hambre de trabajo.

Cuando desde Fepeco hacemos esta reivindicación, que suele ser bastante frecuente, nos suelen contestar los responsables políticos y técnicos que hay una normativa que hay que cumplir, y nosotros decimos que, por supuesto, tiene que ser así: somos los primeros defensores de que todo el proceso contractual público sea estricto. Pero también es verdad que esa legislación es común para todo el Estado y en la Unión Europea, y en cambio, en otras Comunidades Autónomas, la mayoría de las adjudicaciones son para las empresas autóctonas, por lo tanto, se tiene mucho que aprender.

Nuestra economía va a depender mucho de la capacidad de gestión, rendimiento organizativo y posibilidades de actividad de las empresas; ahí es donde se cuece el porvenir. La iniciativa privada es la impulsora de cualquier economía, dinamiza todo, especialmente el empleo. Hay que tener mayor sensibilidad hacia la empresa local, apostando decididamente por darle trabajo, para que puedan a su vez contratar y dar ocupación laboral, así como reinvertir sus ganancias en el mercado local para el fortalecimiento y crecimiento de nuestra economía. ¡Qué sencillo parece y qué difícil lo hacen! Siempre el mismo discurso, donde se escuchan continuas proclamas patrióticas que se lleva el viento, palabras huecas. Hechos son los que se necesitan. Hay que espabilarse. Hace falta valentía política. Nadie va a venir de fuera a defender lo nuestro. Es el momento de vigorizar nuestro tejido empresarial para asegurarnos un futuro estable y de progreso. Nuestras empresas se lo merecen. Ahora toca robustecerlas para un desarrollo sostenible, seguro y constante en el tiempo. Eso se consigue de una manera directa, adjudicándoles las obras pertinentes, porque es la mejor garantía para el crecimiento de todos. No hay excusas para no hacerlo así.

*Presidente de Fepeco