¿Qué pasaría si la Iglesia Católica sacase una carroza en el desfile del día del orgullo gay? Pues la repera. La que ha estado a punto de liarse este año con una carroza de "drag queens" que desfiló en la cabalgata de los Reyes Magos de Madrid es el perfecto ejemplo del deseo de unos de invadir los espacios del otro. Y una sociedad tolerante normalmente se asienta en el respeto de cada uno a las libertades ajenas, lo que implica no invadirlas.

La cabalgata de los Reyes Magos es una tradición basada en un mito católico. Es una fiesta -y hay varias- que se entronca en la religión mayoritaria de este país, supuestamente aconfesional. Que un colectivo de "drags" saque su propia carroza en ese desfile, amparándose en el derecho que tiene cualquier grupo ciudadano a participar en una actividad lúdica pública, es una tocada de pelotas y de imagen a mayor gloria de la causa del colectivo al que representan.

La Iglesia es, como institución, una organización obsoleta, machista y jerarquizada. Sería perfectamente respetable si fuera un club exclusivo, pero no lo es. Es un grupo lobista que quiere influir en el mundo, que hace proselitismo, que presiona para que los gobiernos legislen y los ciudadanos tengan que vivir conforme a sus creencias. No le tengo demasiadas simpatías. Pero considero que los católicos tienen perfecto derecho a vivir según sus creencias y a tener sus ceremonias y liturgias sin que nadie se las reviente. No tendría ningún derecho a entrar en uno de sus templos, donde se adoran estatuas, y gritarles que es una práctica bárbara.

Lo que han hecho en el Ayuntamiento de Madrid no es otra cosa que hacerse los estupendos ante su propia hinchada. Meterse con la Iglesia siempre da resultados en el mundo progre. Es mucho más rentable y más fácil que meterse contra otra institución machista, como la liga de fútbol, y exigirles a equipos como el Real Madrid que incorporen mujeres a sus filas o que los homosexuales dejen de estar escondidos en los vestuarios por miedo a la reacción de sus compañeros.

La historia de los reyes de Oriente que acudieron a un establo en Belén, donde había nacido el Mesías, guiados por un meteorito que estuvo brillando en el cielo por espacio de algunos meses -lo que se tardaría en un viaje en camello en aquellos tiempos- tiene muchas inconsistencias. Tantas que cuando los reyes hubiesen llegado al nacimiento, el niño ya casi estaría haciendo la mili. Pero eso es lo que tienen las religiones y sus mitos: una increíble capacidad para creerse cándidamente cualquier cuento chino. Pero las "drags", símbolo de una sociedad que ha eliminado las barreras de la libertad sexual, no pintan nada en una cabalgata de Reyes. Ni tiene sentido, aunque tenga cierta gracia, que hagan de reinonas de Oriente. Es una provocación. Y a esta sociedad le sobran las provocaciones.