Comentaba hace unos meses la desagradable sensación que vive la sociedad ante el movimiento okupa. Lo dije entonces y ahora lo repito: si usted se va de vacaciones y al regresar se encuentra unos okupas en su casa, mejor es que busque un hotel para quedarse, al menos, esa noche. Ni se le ocurra intentar expulsarlos? y menos aún con métodos violentos, pues el peso de la Justicia caerá de modo implacable sobre usted. Denuncie el hecho ante la policía, lleve su contrato de inquilinato o la escritura de propiedad de la vivienda? y espere la llamada del juzgado para que se produzca el lanzamiento del intruso y pueda usted regresar al lugar que le corresponde. ¿A qué se debe esta absurda situación? Pues, según parece, a la capacidad intelectual de nuestros legisladores, que con su actitud benevolente hacia el desvalido hacen todo lo posible para j? a quien, por su trabajo, algo ha llegado a tener en la vida. ¿La solución? También la apunté en mi artículo: ponga en la puerta una cerradura de seguridad y cierre siempre con llave al salir.

Se me ha ocurrido traer a colación el mencionado artículo pues hace unos días leí en un periódico peninsular la queja de un funcionario ya jubilado -y escritor en sus ratos libres- que se enfrenta a la posibilidad de perder parte de su pensión por continuar escribiendo. Así como lo digo: el buen señor, que esperaba con ansia su jubilación para dedicarse plenamente a lo que siempre le gustó -emborronar cuartillas-, ha recibido un aviso de la inspección de trabajo comunicándole que en su situación actual su inactividad debe ser completa. Lo mismo, supongo, ocurrirá con los pintores y los músicos. Una vez desempeñada su labor ante la sociedad, lo único que le quedará es la mente, pero sin que lo que ella maquine pueda llegar a plasmarse manualmente. Y no es que el asunto tenga que ver con la Agencia Tributaria, pues resulta lógico que si usted cobra una pensión y, además, desempeña otra función que le reporta beneficios, tenga que tributar por ellos. El problema radica en que para la Seguridad Social la jubilación implica inactividad o, lo que es lo mismo, anulación de su personalidad.

Con los principios reseñados sería interesante saber cuántas obras literarias de todo tipo, cuántos lienzos famosos y cuántas composiciones musicales -sinfonías, óperas, zarzuelas?- podrían pasar esa criba por haber llegado a ser una realidad después de haber cumplido sus autores los 65 años. He entrado en la Red para descubrir que el asunto es bastante viejo, sin que nuestros legisladores -los que nosotros hemos elegido pensando que se van a preocupar de nuestro bienestar, que al final será también el de ellos- hayan encontrado una solución. Parece que volvemos al ¡que inventen ellos! unamuniano. Cuando en cualquier país adelantado del mundo la creación artística es compatible con la jubilación -en muchos casos es en esa edad cuando más se crea-, en nuestra legislación ese periodo de la vida lleva implícito el ostracismo. Ni colaboraciones periodísticas remuneradas, ni conferencias, ni clases magistrales? No aproveche usted sus experiencias, deje paso a los jóvenes, juegue al dominó o, si tiene la suerte de vivir en la costa, disfrute del sol y la playa para aumentar sus años de vida.

Termino con la pregunta que se intuye tras lo escrito: ¿cómo es posible que la actuación de los okupas, la situación de los artistas jubilados y tantos casos más que llaman la atención de la gente no tengan cumplida respuesta de los políticos?