Loco no es el que ha perdido la razón, sino el que lo ha perdido todo, todo, menos la razón.

Gilbert Keith Chesterton

La locura no es algo bonito. La enfermedad mental se está banalizando. Lo vemos en la televisión, en películas o en las redes sociales. Y esto es algo peligroso. Y muy perjudicial para quienes la padecen, para sus personas cercanas y para quienes trabajamos en salud mental.

Se ha instaurado una forma "romántica" de ver este proceso de sufrimiento que consigue, de alguna forma, que se vea el tratamiento y la eventual recuperación como algo que depende de que alguien nos salve de nuestra voluntad o de nuestra actitud en la vida.

Es como si nos hubiésemos ido de un lado a otro de los argumentos en contra del estigma que padecen las personas con problemas mentales. Este punto de vista "naif" consigue incluso que estos se vean como deseables, atractivos y atrayentes.

Este enfoque irresponsable está contribuyendo a todo lo contrario de lo que se pretende al intentar hacer visible los trastornos mentales. Consigue que identifiquemos, de nuevo, a alguna personas con su trastorno. Que creamos que es bonito estar permanentemente tristes o que los celos sean una manifestación de amor, o que alguien sea incapaz de gestionar su día a día por su angustia permanente.

Esta forma de ver las cosas puede hacer pensar que todo se puede solucionar con "más amor", apoyo de las personas que te quieren o pensando que todo se arreglará al fin.

No es así. En absoluto. Los trastornos mentales, desde la ansiedad, la depresión, las obsesiones, la esquizofrenia?, no son "bonitos". Requieren tratamiento especializado. Uno que conlleva la intervención de diferentes profesionales de la salud mental, debidamente cualificados y acreditados.

Quien quiere hacernos ver otra cosa está llevando al abismo a muchas personas. Induciendo a que abandonen tratamientos farmacológicos sin el adecuado asesoramiento, o proponiéndoles que acudan a cualquier actividad que les pueda hacer sentir mejor. Y, créanme, la lista de propuestas es de lo más variada. E irresponsable.

Porque los trastornos mentales no se tratan con agüitas milagrosas, con rutinas de ejercicios físicos o con rezos mañaneros al sol. Quienes acuden a estos "remedios" nos están dando un indicador más de la desesperación a la que puede llevarnos un problema de salud mental.

La visión romántica que podemos ver en la literatura, el cine o la música puede estar consiguiendo la deseabilidad de un trastorno mental. Algo tan absurdo y grave como si alguien quisiese padecer un proceso cancerígeno.

Por esto, me he permitido hoy utilizar este espacio para denunciarlo. Para reiterar que los trastornos mentales exigen una intervención profesional. Y que esta intervención se lleva a cabo desde la psiquiatría y la psicología. Con rigor y evidencia. Y con un estricto sistema de control al que cualquier persona que no crea que el tratamiento que recibe es el adecuado puede reclamar. Solo con esta concienciación colectiva y seria conseguiremos ayudar a quienes, cercanos o lejanos, sufren problemas mentales en silencio.

Claro que es necesario el apoyo, el cariño y el afecto de las personas que nos rodean. Puede ser una ayuda enorme, pero no va a conseguir que a la persona que está padeciendo una enfermedad mental "se le quite". Logra que su proceso de recuperación sea mucho más llevadero y compasivo. Como ocurre con cualquier otra enfermedad.

Pero esto no es el tratamiento. Es una ayuda que lo puede potenciar.

@LeocadioMartin