En mi juventud, con un Franco real, al intentar definir un nacionalismo de izquierdas siempre distinguíamos el nacionalismo de gran nación del de las minorías nacionales (el legítimo). Era tomado del austromarxismo.

Con auténtico estupor, ante el diluvio de merecidas imputaciones contra el nacionalismo catalán, vimos encenderse un mecanismo intelectualmente humilde, una réplica de simetría perfecta: ¡el nacionalismo español! Lo contrario y simétrico, un juego mecánico infantil al alcance de todos, de acción-reacción. O "pues tú más". Lo aventaban tribunos mediáticos y políticos. Durante años confié que alguien se refiriese al nacionalismo español como de gran nación, porque resultaría más dañino e infamante para él. Resultó una espera baldía. Lo que demuestra que el desarrollo intelectual durante el franquismo no es comparable con el cieno de incultura en la que chapoteamos.

Ilustrados pero ilusos, no imaginamos que el nacionalismo de gran nación de Alemania frente a nacionalidades tan bucólicas como Serbia, Croacia o Bosnia resultaran con el tiempo todas similares: mismo culto y geiseres de sangre. Estas últimas con menos medios, al no poder disponer del gas zyclon B ni la Wehrmacht. El análisis más superficial nos permite discernir terminantes concomitancias entre nazismo y nacionalismo catalán: gigantescas concentraciones de masas, antorchas, señalamientos, persecución, exclusión, supremacismo, monopolio de medios y educación, desprecio a la ley y el parlamento? El pretendido nacionalismo español sin embargo consagra esa tolerancia, pero también su propia negación y ¡posible eliminación! Una nación cívica que integra nacionalismos étnicos y se retira, para que construyan un catalán puro y una sociedad excluyente y patrimonial.

El reciente libro de José Álvarez Junco "Dioses útiles. Naciones y nacionalismos" principia referenciando a los grandes autores mundiales del nacionalismo que nunca han dedicado una sola línea al nacionalismo español o equivalentes; no es objeto del estudio de las ciencias sociales (a quien le interese, y aparecen todos: Galaxia Gutenberg). Los científicos sociales no tienen permitido sagaces ocurrencias, hacer juegos de palabras, ni tontuelas asimilaciones. Por eso es tan convincente e interesante el pensamiento. Recusa patochadas.

No nos hemos detenido a pensarlo. Sin duda alguna, si Cataluña fuera independiente nacería con el régimen de "apartheid" absolutamente operativo. La comunidad mayoritaria no podría aprender en su lengua materna, ni tendría medios de comunicación propios, ni permitido símbolos, vetado su idioma en oposiciones, serían ciudadanos de segunda, lo que constituiría un escándalo mundial, que tan solo pertenecer a España lo evita. Tan solo ello. Lo que hace el nacionalismo español contra sí mismo no lo ha hecho nadie.