La apasionante historia del fugado Condemor, el álter ego de Puigdemont en Bélgica, sigue apasionando al mundo mundial. La suspensión del pleno del Parlamento, en donde tendría que haber sido investido presidente ausente, empieza a provocar las primeras grietas en la unidad independentista. "Me han dejado tirado", vino a decir Condemor, o sea, Puigdemont. "Esto ha terminado. Los nuestros nos han sacrificado. Al menos a mí", le escribía a un correligionario en un mensaje que fue captado por las malvadas cámaras de televisión, que igual cogen a una presidenta del Parlamento jugando al Candy Crush que a un diputado recibiendo mensajes lacrimógenos de su jefe de filas.

Puigdemont quería que el presidente del Parlamento catalán se jugara los bigotes celebrando el pleno de una investidura ilegal. Pero Roger Torrent, que ya ha visto entrar en el talego a un par de compañeros de viaje, le echó una pensada. "Este, desde Bélgica, quiere que nos suicidemos aquí a lo bonzo. Pues va dado", debió pensar. Salió ante los medios y pegó una manoletina suspendiendo el pleno hasta nueva orden.

O lo que es lo mismo, que va a ser muy difícil que Puigdemont, o sea, el fugado Condemor catalán, rey de la pradera de la república cuántica, que fue y no fue casi al mismo tiempo, tome posesión de su cargo si no está de cuerpo presente. Y eso no entraba en los planes del expresidente, que quería escalar a las alturas del poder por vía telemática para burlarse de las leyes y del sentido común y exponer al ridículo al Gobierno español.

Hay una parte de los soberanistas que ya empiezan a estar hasta el palo de la bandera de la "facción belga". A Oriol Junqueras, mismamente, desde su celda de Estremera, no le debe hacer demasiada gracia que algunos quieran dirigir las estrategias del bloque independentista desde la confortable distancia. Lo que algunos están planteando ya, desde dentro del movimiento secesionista, es que la lucha está por encima de las personas y que si Puigdemont no puede tomar posesión -porque lo que no puede ser no puede ser y además es imposible-, habrá que buscar otro candidato que sí esté en condiciones de acudir al pleno y subir a la tribuna de oradores a defender la segunda intentona hacia la república catalana y más allá.

Esa creciente evidencia es lo que ha llevado a Puigdemont a escribir sus versos más tristes dándose por amortizado. "Soy humano y a veces también dudo", ha dicho después de que se difundieran sus mensajes. He ahí la grandeza de quien afirma, para quien tuviera dudas, que no es un héroe. Gracias por la aclaración, pero ya se tenían algunos indicios desde que salió por patas para huir del talego.

Esto no se ha acabado, porque lo de Cataluña es interminable y Puigdemont aún tiene cuerda, pero cada día el pescado huele más a podrido.